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El duro día a día de los familiares con alzhéimer: "Mi madre ha dejado de reconocernos"

Este sábado 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzhéimer

Bryan Estupiñán

Tenerife - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

      
      
             
      

La calma del 21 de septiembre resuena como un recordatorio melancólico de una batalla silenciosa. No es solo una enfermedad que afecta a quienes la padecen, sino que sus sombras también alcanzan a aquellos que los rodean. Canarias, como tantas otras regiones, no escapa al avance de esta cruel patología.

El alzhéimer ha ido instalándose con sigilo en los hogares isleños. Desde 2019 hasta 2022, los casos han aumentado de manera alarmante: de 4.097 a 6.401 diagnósticos. Estas cifras parecen meros números hasta que uno se da cuenta de que detrás de cada estadística hay una familia luchando contra el olvido. Tenerife y Gran Canaria son las más afectadas, pero la sombra del alzhéimer se extiende por todo el archipiélago.

María Doménech conoce bien esa sombra. “Hace ocho años, mi madre empezó a olvidarse de pequeñas cosas, como el horno encendido o el grifo abierto”, cuenta con una voz que apenas esconde la tristeza. “Al principio piensas que es un despiste, algo rutinario, pero luego te das cuenta de que hay algo más profundo, algo que no puedes ignorar”.

La enfermedad llegó de forma temprana a su madre, un diagnóstico inesperado antes de que alcanzara los 65 años. “Era muy joven. No es lo habitual, pero ahí estaba, un golpe que nos tomó por sorpresa”, recuerda María. Para ella y su familia, el alzhéimer no solo fue el inicio de una pérdida progresiva, sino también una prueba de resistencia emocional. “Mi madre ha dejado de reconocernos. A veces nos llama por otros nombres, o piensa que somos sus amigas o hermanas. Y aunque eso duele, aprendes a lidiar con ello”.

A pesar de las dificultades, siempre hay un atisbo de esperanza. “Es devastador ver cómo alguien a quien quieres, alguien que siempre ha sido tan fuerte, se desvanece poco a poco. Pero aun así, hay pequeños momentos que te dan fuerza. Cuando le doy la mano y me la aprieta, sé que sigue ahí, en algún lugar”.

Otra historia es la de Javier, quien relata cómo su madre, ya avanzada en años, también cayó víctima de esta enfermedad, obligando a la familia a organizar su vida en torno a sus cuidados. “Lo importante es crear una rutina”, dice Javier. “No es fácil, pero hacerlo te ayuda a lidiar con la incertidumbre de no saber cuánto tiempo más tendrás con ellos”.

      
             
      

Ambos coinciden en que la ayuda es crucial, tanto de profesionales como de seres queridos. “Sin apoyo, es imposible”, afirma María. Y en medio de todo, algo tan sencillo como la música se convierte en una herramienta poderosa para mantener algún tipo de conexión. “Aunque ya no mantiene conversaciones, todavía es capaz de tararear algo. Eso nos da consuelo”.

El Alzheimer roba los recuerdos, pero no los sentimientos. Las caricias, los abrazos y las sonrisas permanecen, como un eco de lo que alguna vez fue, y quizás, lo que aún sigue siendo.