“El amor puede ser mandado porque antes nos ha sido dado”

El obispo nivariense, Bernardo Álvarez, presidió en la Catedral de La Laguna la Misa en la Cena del Señor. Un Jueves Santo inédito ya que, debido al actual estado de emergencia sanitaria que vive nuestro país, el principal templo de nuestra Diócesis acogió el inicio del Triduo Pascual a puerta cerrada y sin fieles. La celebración fue retransmitida en directo por los medios digitales de la Diócesis y por Mírame TV.

Otra particularidad de este día del Amor Fraterno fue la supresión del lavatorio de los pies. Asimismo, no hubo Monumento. Al finalizar la Eucaristía, la reserva del Santísimo se realizó en el Sagrario de la Catedral para la comunión en los cultos del Viernes Santo.

El obispo comenzó su homilía saludando de forma especial a las personas mayores y a los enfermos y agradeció a Mírame TV por prestarse a llevar a todos los hogares de Canarias esta celebración. Álvarez indicó que con el Triduo Pascual celebramos los tres momentos más decisivos de la vida de Jesucristo. “Seguimos paso a paso los acontecimientos que vivió Jesús en su Pasión y Muerte para, posteriormente, cantar en la Vigilia Pascual la alegría de la Resurrección”.

El prelado nivariense fue desgranando los tres momentos centrales de este día; el mandamiento del Amor Fraterno, la institución de la Eucaristía y la del ministerio sacerdotal. “La Eucaristía instituida por Jesús la noche que iba a ser entregado no es un símbolo, sino una entrega real en las especies del pan y del vino. Es la herencia que ha dejado Jesús a sus discípulos. Un testamento firmado con su sangre derramada en la cruz y autentificada en la Resurrección”.

El encuentro con Cristo nos tiene que afectar, nos tiene que impregnar de su mismo amor y entrega

Álvarez continuó señalando que, en la Última Cena, Jesús instaura una Pascua nueva. “No la liberación de un pueblo determinado, sino de toda la humanidad. La liberación del pecado y de la muerte. La noche en la que iba a ser entregado, él se anticipa y se entrega. No realiza un gesto simbólico, sino que celebra su propia muerte. Aquella memorable noche, Jesús se hizo sacramento permanente en el pan y en el vino. En toda Eucaristía se cumplen las palabras del Evangelio. Aquí, hoy, Cristo nos está amando hasta el extremo. Porque no hay mayor amor que dar la vida”.

Al hilo de esta idea, el obispo destacó la labor de los sacerdotes. “Cristo instituyó a los sacerdotes para que en todo momento y lugar se celebrara la Eucaristía. Gracias a Dios por ellos. Rezad por los presbíteros y por el obispo para que seamos fieles y podamos llevar la misericordia de Dios a todos”.

En referencia al lavatorio de los pies, Álvarez indicó que ese gesto es un perfecto resumen de la vida de Jesús. “Él nos pide a nosotros que sigamos su ejemplo. El encuentro con Cristo nos tiene que afectar, nos tiene que impregnar de su mismo amor y entrega”.

En otro momento de su homilía, el prelado nivariense interpeló a quienes seguían esta celebración preguntándose: ¿Se puede mandar a alguien a amar? “El amor, ¿no es algo que debería brotar de nuestro corazón? Pues sí. El amor puede ser mandado porque antes nos ha sido dado”.

Por último, Álvarez pidió a Dios que nos lave a todos los pies. “No seamos remisos como Pedro. Necesitamos que nos purifique por dentro. Él nos ofrece lavarnos los pies en el sacramento de la confesión. No seamos tampoco como Judas que estaba a la mesa junto a Cristo, pero sus intenciones eran contrarias a las de él. Dios no nos va a pedir nada que no podamos. Él nos primerea, como le gusta decir al papa Francisco”.

En la celebración se pidió especialmente por tantas personas que han acogido y entendido el mandamiento del amor fraterno. “Hoy pedimos por tantas personas que nos lavan los pies”, señaló el prelado. “Personas que, jugándose su propia salud, sacrifican sus bienes y tiempo para cuidar a los demás”.

La celebración del Viernes Santo también se podrá seguir por los medios digitales de la iócesis y por Mírame TV este10 de abril a partir de las 12:00 horas.