Los cuerpos de las niñas de Aguilar podrían estar en la mina Fontoria

Las familias van a pedir al tribunal de Estrasburgo que reabra el caso y permita nuevas diligencias

Santiago Ruiz de Azúa

Santander - Publicado el - Actualizado

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Los cuerpos de Virginia Guerrero y Manuela Torres, las niñas de 14 y 13 años de Aguilar de Campoo que desaparecieron en 1992, podrían estar en la mina Fontoria. Así lo creen sus familias por lo que están preparando un recurso ante el tribunal de derechos humanos de Estrasburgo para reabrir el caso y practicar nuevas diligencias.

“En su día se recibieron dos llamadas anónimas en el puestos de la guardia civil de Reinosa en las que la persona que llamaba aseguró que las niñas estaban en la mina” asegura en COPE Cantabria el portavoz de la familia Ramón Chippirrás.

Las técnicas de análisis e investigación han mejorado mucho en estos más de 30 años desde que desaparecieron las niñas, aseguran las familias. “Igual que se drenó un río para buscar otra desaparecida, se podría drenar la mina. Las técnicas de ahora permitirían ver si hay restos óseos” dice Chippirrás.

El portavoz de las familias asegura que estas nunca han perdido la esperanza de saber que ocurrió con Manuela y Virginia y que aunque están fuertes, “sería muy duro descubrir 30 años después que los cuerpos de la niña han estado tan cerca de casa”.

El portavoz de la familia asegura que el recurso podría estar preparado en cuatro o seis meses y que el tribunal de Estrasburgo podría dictar sentencia hacia finales de 2024 o principios de 2025.

UNA DESAPARICIÓN RODEADA DE MISTERIO

El día de su desaparición, el 23 de abril de 1992, Virginia y Manuela habían acudido a primera hora de la tarde desde Aguilar a Reinosa, donde fueron vistas en una discoteca, en el Parque Cupido, y luego a la altura de una fábrica de galletas donde hacían auto stop.

Según testigos presenciales, ambas subieron a un vehículo SEAT 127 color blanco o claro, y esa fue la última noticia que se tuvo de ellas.

Tras la reapertura del caso hace dos años, la Policía Judicial investigó a tres personas, entre ellas a un hombre por las similitudes que presentaba la denuncia formulada por una mujer a la que habría ocurrido algo parecido y que desveló a raíz de un programa de televisión sobre el caso de Aguilar en el que se solicitaba colaboración ciudadana.

Esta testigo relató que en 1991, junto a una amiga y cuando ambas eran menores, se subieron igualmente a un Seat 127 de color blanco, en la misma zona donde desaparecieron las niñas, y que el conductor trató de desviarse del camino, por lo que tuvo que agarrar el volante para dirigir el vehículo a la cuneta y poder abandonarlo y huir.

A raíz de esto, el caso se reabrió en verano de 2021 y se decretó el secreto de sumario durante varios meses, en los que la Guardia Civil rastreó más de 7.400 vehículos de es modelo en seis provincias, 68 de ellos en la misma zona en la que Virginia y Manuela fueron vistas por última vez.

También tomaron declaración al propietario del coche al que se subió la denunciante -que no era blanco, sino marrón- y que fue desvinculado del caso tras haberle incluso 'pinchado' el teléfono y la instalación de un dispositivo de seguimiento en su actual turismo.

Así las cosas, la jueza instructora concluyó que ninguna de las gestiones policiales ni judiciales practicadas dieron resultado positivo como para implicar al ninguno de los sospechosos.

Por ello, acordó el sobreseimiento provisional de la causa -como había hecho ese Juzgado en 2001-, al no constar autor conocido en la perpetración de los hechos que llevó a la desaparición de las menores.

El de Estrasburgo es el último cartucho que les queda a las familias para intenar saber que fue de Virginia y Manuela.

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