La biblioteca de las cosas de Santander va cogiendo forma y realizando sus primeros préstamos
Las objetotecas aparecieron con la Gran Depresión y además de ayudar a personas con pocos recursos, promueven un consumo responsabale
Santander - Publicado el - Actualizado
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La biblioteca de las cosas también ha llegado a Santander. Originarias de los países anglosajones, las conocidas como objetotecas o cosotecas son iniciativas vecinales o institucionales que buscan alargar la vida de las cosas y reducir el consumo alquilando todos esos utensilios que necesitamos de forma muy puntual y que luego quedan olvidados en el trastero.
En el caso de Santander se trata de una inactiva que puso en marcha el Ayuntamiento el pasado mes de marzo y que poco a poco va cobrando forma. “Ya hemos alquilado una aspiradora, una máquina de limpiar y hasta una silla de ruedas” cuenta en COPE su responsable María Luisa Peón
Según un estudio de un portal de compra venta la mitad de la población española, cree que gasta mucho dinero en productos que, o no necesita o utiliza muy poco: un taladro, una silla de bebé, esa cubertería regalo de boda. A estos se añaden esos otros objetos que arrinconamos bien porque ya no nos gustan, bien porque los renovamos.
Todos estos objetos son los que tienen cabida en la objetoteca de Santander, ubicada en el centro Princesa Letizia, y que se prestan de forma gratuita. “Aquí no se paga nada a quien cede sus objetos ni se cobra a los que lo necesitan por un tiempo”. Lo que sí se hace es cobrar una pequeña cantidad como fianza para garantizar la devolución del objeto que ha sido prestado.
Con este sistema, asegura su responsable, se consigue un doble objetivo: ayudar a las personas que en un momento dado no pueden o no quieren hacer un gasto para utilizar un objeto de forma puntual. Y por otro lado promover un consumo sostenible y responsable.
Esa motivación fue la que llevó a Eli Millares a abrir las puertas de la biblioteca de las cosas en el barrio de San Martí en Barcelona, la primera objetoteca del país.
Pero la de Barcelona no fue la primera. Otros países ya llevaban tiempo prestando todo tipo de objetos de forma mucho más amplia. En Londres, por ejemplo, existen las llamadas Libraries of Things, inspiradas a su vez en modelos de Berlín y Toronto.
Sin embargo, hay más antecedentes: durante la Gran Depresión del siglo XX, una profesora llamada Jill Norris creó un espacio donde las familias pudieran intercambiar juguetes que resultaban demasiado caros para ser adquiridos por una sola familia.
La solidaridad como base de la economía circular.