El mal anda, el mala suerte y yo

Pedro fue soldador y pudo ser un gran centrocampista pero la música es su pasión

Santiago Ruiz de Azúa

Santander - Publicado el - Actualizado

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De Santander de toda la vida, Pedro comenzó a tocar la guitarra con nueve años en la parroquia de San Roque en el Sardinero, con Don Lucas, donde hizo la catequesis. Con 25 años se marchó a trabajar de soldador a Barcelona. "Cobraba muy bien, no me faltaba un duro" reconoce Pedro, pero lo de madrugar para trabajar no iba con él. "¿Para qué me iba a levantar a las cinco de la madrugada para ir a soldar a Manresa si tocando en la calle me podía ganar la vida?

Durante varios años Pedro compaginó su trabajo de soldador con la música en la calle. "Tuve un buen jefe, entre trabajo y trabajo me dejaba libertad para tocar en la calle hasta que me cansé y regresé a Santander en 1991". Desde entonces hasta hoy Pedro ha trabajado de muchas cosas, pero la música le corre por las venas.

Con su banda, "El perro callejero" tiene un disco y está a punto de sacar el segundo. Han tocado en diferentes locales de la región, pero la calle es lo que más le gusta a Pedro. “No me interesa tocar en locales, lo que me da la calle no me lo da nadie. El cariño que me muestra la gente al pasar es enorme" asegura con un sonrisa.

Y es verdad. Durante la charla en la Calle Burgos son muchas las personas que le llaman por su nombre, que le preguntan cómo está y le regalan una sonrisa. "La gente me quiere mucho, tengo muy buen rollo con ellos" asegura mientras una empleada del comercio en el que está tocando acaricia a su fiel Sou, el pastor alemán que le acompaña desde hace nueve años.

Hubo un tiempo en el que tocaba en la Plaza Porticada, pero regresó a la Calle Burgos "porque aquí se gana más dinero". Y la mañana no le va mal. A penas lleva tres canciones y son muchas las monedas de uno y dos euros que acumula en la funda de su guitarra.

Asegura feliz que no se arrepiente de nada "bueno sí. Me arrepiento de no haber sido futbolista. Era muy bueno, hubiera sido un gran centrocampista, pero había que entrenar mucho" se ríe.

Pedro vive con sus cuatro hermanos con los que, asegura, se lleva muy bien y sueña con dar un concierto en La Porticada antigua, "como se hacía antes, con los asientos de madera". Allí vio a Paco de Lucía o a Lola Flores, pero con quien daría un concierto sería con Diego Carrasco.

Al año recién estrenado le pide salud para poder seguir haciendo lo que más le gusta en la vida: tocar en la calle.

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