Ataúdes ardiendo, fuego real y tanquetas: El día que Reinosa vivió una guerra en sus calles

En la primavera de 1987, los empleados de la metalurgia de Reinosa se alzaron en contra del cierre de la empresa. La Guardia Civil intervino con todo para parar los disturbios

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Ataúdes ardiendo, fuego real y tanquetas: El día que Reinosa vivió una guerra en sus calles

Alex García

Publicado el - Actualizado

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Los disturbios de Reinosa de 1987 marcaron un momento crítico en la historia de esta pequeña localidad cántabra. En primavera de ese año, la fábrica Forjas y Aceros de Reinosa se encontraba al borde del cierre, lo que amenazaba con dejar a sus dos mil empleados en el desempleo. La única opción para mantener la industria en funcionamiento era a través de despidos masivos.

Ante esta situación límite, los sindicatos y la mayoría de los trabajadores de Reinosa salieron a las calles en señal de protesta. Lo que comenzó como una manifestación pacífica, pronto se convirtió en caos y violencia en toda la comarca de Campoo. Los disturbios dejaron un saldo trágico, con catorce heridos y un fallecido. Paco, uno de los testigos de aquellos días, recuerda con emoción los momentos de tensión y miedo que se vivieron en un lugar tranquilo como Reinosa.

La lucha obrera desatada por la crisis empresarial provocó la intervención masiva de la Guardia Civil, con cientos de efectivos, munición real, tanquetas e incluso helicópteros. Años después, en la actualidad, la localidad sigue enfrentando una crisis industrial con empresas como SIDENOR o GAMESA luchando por preservar sus empleos.

Esta situación nos hace reflexionar sobre la falta de entendimiento que hubo en aquellos días entre los trabajadores y las empresas. Paco se pregunta si realmente valió la pena todo el despliegue policial y la violencia vivida durante aquellos disturbios. Aunque algunas industrias han logrado sobrevivir, Reinosa aún no ha logrado superar por completo la crisis económica que comenzó en 1987. Es importante recordar estos hechos históricos para comprender la lucha y los sacrificios que los trabajadores han enfrentado a lo largo de los años.

La historia de los disturbios de 1987 nos muestra la importancia de encontrar soluciones dialogadas y justas para preservar los empleos y el bienestar de una comunidad. Solo a través del entendimiento y el compromiso conjunto se podrá superar la crisis industrial que aún afecta a Reinosa en la actualidad. Esta historia es una muestra de cómo las decisiones empresariales pueden tener un impacto significativo en la vida de una comunidad. En el caso de Forjas y Aceros, la falta de inversión y la competencia internacional llevaron a una situación insostenible para la fábrica. La crisis económica que se desencadenó tuvo un efecto dominó en toda la región.

Muchas familias dependían directa o indirectamente de la fábrica, y su cierre significaba la pérdida de empleos y el colapso económico. Los trabajadores, desesperados por mantener sus puestos de trabajo, decidieron tomar medidas drásticas. Las protestas pacíficas al principio no lograron captar la atención necesaria, por lo que algunos manifestantes optaron por acciones más radicales. La violencia estalló en las calles y sus alrededores. La policía tuvo que intervenir para controlar la situación, pero su presencia solo exacerbó el conflicto. La falta de diálogo entre los trabajadores, las empresas y las autoridades empeoró aún más la situación.

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Los disturbios dejaron cicatrices profundas en la comunidad de Reinosa. Las heridas físicas y emocionales tardaron mucho tiempo en sanar, y la confianza entre los diferentes actores se vio seriamente afectada. A pesar de los esfuerzos posteriores por revitalizar la economía de Reinosa, la ciudad todavía lucha por recuperarse por completo. La falta de empleo y oportunidades ha llevado a una migración masiva de jóvenes en busca de mejores perspectivas en otras partes del país.

Sin embargo, Reinosa no ha perdido su espíritu de lucha. Los residentes están comprometidos a reconstruir su comunidad y encontrar soluciones sostenibles para el futuro. La historia de los disturbios de 1987 es un recordatorio de la importancia del diálogo, la colaboración y el compromiso para superar los desafíos económicos y sociales. A través del entendimiento mutuo y el respeto, es posible encontrar soluciones justas que beneficien a todos los involucrados.

Sucesos terribles que a día de hoy deben mostrar otro camino hacia la recuperación y que las lecciones aprendidas de estos disturbios ayuden a evitar situaciones similares en el futuro. La historia nos enseña que el conflicto y la violencia rara vez son las respuestas adecuadas, y que solo a través del trabajo conjunto se pueden lograr resultados duraderos.

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