El particular objeto que vende una mercería centenaria en Santander y que impresionará a los futboleros: "Nostalgia"
Este ilustre establecimiento de la calle Rualasal ha estado en dos ubicaciones desde la década de 1920, y mantiene la esencia del comercio de toda la vida en esta época digital: "Damos una experiencia humana y cercana"
Santander - Publicado el
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En una época donde las grandes superficies y el comercio online han transformado la forma en la que compramos, los pequeños negocios de toda la vida siguen luchando por mantenerse a flote. Tiendas especializadas, con un trato personalizado y una relación cercana con sus clientes, forman parte del tejido comercial de las ciudades. Sin embargo, la competencia con los gigantes del sector y la dificultad de acceso a los cascos urbanos hacen que su supervivencia sea cada vez más complicada.
Uno de los mejores ejemplos del comercio de cercanía en Cantabria es la Mercería San José, un establecimiento centenario que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Situado en pleno centro de Santander, este negocio lleva más de 100 años atendiendo a generaciones de clientes, convirtiéndose en un referente para quienes buscan botones, encajes, hilos y todo tipo de complementos para la costura. Un espacio que resiste al paso del tiempo ofreciendo lo que las grandes superficies no pueden: conocimiento del producto, especialización y cercanía.
Impresiona un poco, pero hacerse cargo de un negocio con tantos años de historia, es maravilloso"
Propietaria de la Mercería San José de Santander
Un siglo de tradición y comercio en Santander
Fundada en la década de 1920, la Mercería San José ha sido testigo de la evolución comercial de la ciudad. En sus inicios, en una Santander que aún respiraba modernidad tras el auge de los Baños de Ola y la llegada de la realeza al Palacio de la Magdalena, el negocio creció hasta convertirse en un punto de referencia para costureras, sastres y vecinos que buscaban artículos de mercería. Superó épocas difíciles como la Guerra Civil y el incendio de 1941, que devastó buena parte del casco histórico de la ciudad. Desde entonces, ha seguido formando parte de la vida cotidiana de los santanderinos.
Mercería San José
En la actualidad, la mercería está gestionada por Mercedes Navia, quien tomó las riendas del negocio con el compromiso de mantenerlo vivo sin perder su esencia. "Impresiona un poco hacerse cargo de un negocio con tantos años de historia, pero ha sido una experiencia maravillosa", asegura. "El cliente de siempre sigue viniendo, pero también hemos conseguido atraer a gente nueva interesada en la costura y el bordado".
El reto de mantenerse en el centro de Santander
Con la proliferación del comercio electrónico y la expansión de grandes superficies, los negocios de proximidad han visto reducido su margen de actuación. Sin embargo, en lugares como la Mercería San José, el contacto directo sigue marcando la diferencia. "Aquí vendemos las cosas por centímetros, por unidades. La gente necesita ver, tocar, comparar y, sobre todo, que le asesoren. Eso no lo ofrece internet ni las grandes superficies", explica Mercedes Navia.
Esa atención personalizada es una de las razones por las que los clientes siguen acudiendo a este tipo de establecimientos. "Hay cosas que solo encuentro aquí, tienen de todo. Llevo viniendo toda la vida, 20 o 30 años", comenta una de las clientas habituales de la mercería. Más allá de la variedad de productos, la confianza y la cercanía siguen siendo valores diferenciales de estos comercios.
A pesar de su arraigo en la ciudad, mantener un comercio tradicional en el centro de Santander no es fácil. Uno de los principales problemas es el acceso. "Está muy mal el aparcamiento, a la gente le da pereza venir. Nosotros seguimos porque muchas mercerías han cerrado en las afueras y la gente no tiene otra opción, pero si hubiera más facilidades para que el cliente llegue, nos iría mejor a todos", señala Navia.
La falta de políticas que incentiven la permanencia de estos comercios en el centro urbano es otro de los mayores retos. En un entorno donde predominan las franquicias y las grandes cadenas, los pequeños negocios familiares tienen que hacer frente a gastos fijos elevados y a un flujo de clientes cada vez menor.
Botones con historia: el detalle de Naranjito
Entre los cientos de modelos de botones que guarda la Mercería San José, hay auténticas joyas para los nostálgicos. Además de botones antiguos difíciles de encontrar, uno de los detalles más curiosos de la tienda es su colección de botones de Naranjito, la icónica mascota del Mundial de España de 1982. "Tenemos botones muy antiguos, pero unos de los que más llaman la atención son dos modelos en los que aparece Naranjito. Es un pequeño guiño a la nostalgia", comenta Navia.
Detalles como estos refuerzan el carácter especial de este tipo de negocios, donde se venden productos con personalidad propia que, al mismo tiempo, son pequeñas piezas de historia y tradición.
Botones de Naranjito
A pesar de hostilidad de las compras actuales, la Mercería San José sigue demostrando que el comercio de cercanía es indispensable. No solo por la calidad del servicio y el trato humano, sino porque estos negocios forman parte del carácter de las ciudades, generando un vínculo con los clientes que es imposible encontrar en las grandes cadenas.
"Aquí los clientes no vienen solo a comprar, vienen a conversar, ser aconsejados y cormpartir experiencias. No es un mero trámite comercial, es algo más humano", concluye su propietaria. La mercería continúa siendo un punto de encuentro entre generaciones y un ejemplo de que el comercio tradicional sigue teniendo su espacio en Cantabria.