¿A qué huele el cáncer? : En Cantabria adiestran a seis perros para detectar tumores de pulmón

Que las enfermedades huelen es algo que se sabe desde hace muchos años. De hecho, los científicos han descubierto que docenas de enfermedades tienen olores particulares: la diabetes puede hacer que tu orina huela a manzanas podridas, el tifus te da un olor corporal parecido al del pan horneado o la fiebre amarilla hace que la piel huela a carnicería.

Los científicos creen que si pudiéramos identificar los olores de enfermedades específicas, podríamos oler enfermedades difíciles de detectar en etapas tempranas, como el cáncer o las lesiones cerebrales. Recientemente, el caso de una mujer escocesa que era capaz de saber si alguien tiene la enfermedad de Parkinson oliendo su camiseta, se hizo mundialmente famoso.

Nuestros cuerpos están emitiendo constantemente sustancias volátiles al aire. Las llevamos en nuestro aliento y literalmente las exudamos por los poros, y pueden variar dependiendo de la edad, la dieta o si una enfermedad afecta a nuestro metabolismo. Somos fábricas de olores y si prestáramos atención, podríamos notar cuándo algo va mal.

En este contexto surge Biodogtor como una alternativa para la detección del cáncer humano mediante el olfato de los perros entrenados a través de un juego.

La detección precoz de cáncer con sistemas basados en el olfato canino, se caracteriza por su simplicidad, su alta eficacia (sensibilidad y especialidad) bajo coste, se trata de un sistema no invasivo para el paciente y de aplicación a la población en general.

Su fin médico es demostrar la eficacia de los perros en la detección del cáncer de pulmón y colón a partir de muestras de aire exhaladas

OTROS ANIMALES

A la hormiga sedosa Formica fusca, una especie común en toda Europa, se le puede enseñar a identificar el olor del cáncer de mama en la orina.

Una investigación de la Universidad Sorbona Paris Nord (Francia) ha demostrado que las hormigas pueden aprender a distinguir entre el olor de la orina de ratones portadores de tumores de cáncer de mama humano y el de ratones sanos. Al colocar una recompensa de azúcar cerca de la muestra de cáncer, las hormigas aprendieron a buscar ese olor, un proceso llamado condicionamiento operante.

Después de entrenar a las hormigas, los científicos colocaron los insectos en una placa de Petri con muestras de orina de ratones con tumores y de ratones sanos. Pasaron un 20% más de tiempo con las muestras cancerosas.

Otro animal empleado para detectar explosivos, la rata gigante africana, es capaz, según investigadores de APOPO de detectar un ramillete de olores específicos de Mycobacterium tuberculosis, la bacteria causante de la tuberculosis.

Al igual que las hormigas, las ratas reciben una recompensa en forma de comida cuando identifican muestras de tuberculosis en esputo humano durante el entrenamiento. Tras el entrenamiento, actúan como red de seguridad, como refuerzo de los técnicos humanos.

Las abejas también. Por si no hicieran ya suficiente por la naturaleza, las abejas melíferas según investigadores holandeses, son buenas olfateando el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. Al igual que las hormigas, las abejas melíferas olfatean con sus antenas y son exquisitamente sensibles a los olores, podrían ser entrenadas en cuestión de minutos y comprobar una prueba en cuestión de segundos.

Más pequeño aún que una abeja es el nematodo Caenorhabditis elegans, una criatura parecida a un gusano del tamaño aproximado de un grano de arena que se utiliza habitualmente en la investigación de laboratorio.

Se ha demostrado que este organismo es capaz de detectar el cáncer. Un estudio japonés demostró que puede detectar células de cáncer de páncreas y un estudio italiano reveló que podía reconocer células de cáncer de mama. En ambos casos, los gusanos se desplazaban hacia las muestras con las células cancerosas y evitaban las sanas.