Apicultores cántabros reivindican la autenticidad de su miel: "Disfrazarse de cercanía hace daño"
En Cantabria, alrededor de una treintena de apicultores profesionales trabajan arduamente para ofrecer al mercado una miel que también cumple los estándares de calidad
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Cantabria, tierra de montañas majestuosas y paisajes encantadores, es también hogar de un tesoro gastronómico: la miel de la región, específicamente la "Miel de Liébana". Este producto, que lleva el reconocimiento de calidad y la distinción de la BOP de la Unión Europea, representa no solo el sabor auténtico de Cantabria, sino también la dedicación de apicultores locales que han cultivado una tradición de generaciones.
Sin embargo, como en cualquier rincón donde la gastronomía es una fuente de identidad y orgullo, surgen desafíos que amenazan la integridad de estos productos. Recientemente, se han levantado preocupaciones sobre posibles irregularidades en el etiquetado de la miel cántabra, una situación que ha llevado a los consumidores a cuestionar la autenticidad de un producto que es parte fundamental de la cultura culinaria regional.
En Cantabria, alrededor de una treintena de apicultores profesionales trabajan arduamente para ofrecer al mercado una miel que no solo es deliciosa, sino que también cumple con estándares rigurosos de calidad. Este es un negocio que, según estimaciones, mueve entre 20 mil y 30 mil euros netos al año. Sin embargo, las presuntas negligencias en el etiquetado, que involucran la venta de miel con indicaciones de "Producto Tradicional de Cantabria" que en realidad contiene polen de otras regiones, han planteado preguntas cruciales sobre la transparencia y la autenticidad en la industria de la miel.
La Denominación de Origen y la Búsqueda de la Verdad
La denominación de origen "Miel de Liébana" es más que un simple distintivo en una etiqueta; es un compromiso con la calidad y la tradición. Este reconocimiento, respaldado por la BOP de la Unión Europea, ha sido fundamental para destacar la miel de Cantabria en el panorama gastronómico internacional. Sin embargo, el reciente debate sobre el etiquetado ha planteado preguntas importantes sobre la protección y el cumplimiento de estos estándares.
El Impacto en los Apicultores Locales
Manuel, un apicultor de la región, nos brinda una perspectiva desde la trinchera. Según él, estas presuntas irregularidades no solo afectan la reputación de la miel de Cantabria, sino que también tienen un impacto económico directo en los apicultores locales. La confianza del consumidor es frágil, y la pérdida de esta confianza podría significar una disminución en las ventas y, por ende, en los ingresos de aquellos que dependen de esta actividad.
Oreca: El Vigilante de la Calidad
Para abordar estas preocupaciones y garantizar la autenticidad de los productos locales, Cantabria cuenta con el ORECA (Organización de Control de la Calidad de Alimentos). Esta entidad despliega esfuerzos significativos para supervisar y mantener la calidad de la miel y otros productos regionales. El ORECA no solo está comprometido con la vigilancia, sino también con la educación del consumidor, explicando las diferencias entre los diversos sellos de calidad y proporcionando información clave para que los compradores tomen decisiones informadas.
Reivindicando la Autenticidad
En medio de este debate, es esencial reivindicar la autenticidad de la gastronomía cántabra. La miel de Cantabria no solo es un producto; es un testimonio del compromiso y la pasión de los apicultores que trabajan incansablemente para ofrecer lo mejor de su tierra.
A medida que se abordan las posibles irregularidades en el etiquetado, la comunidad cántabra está llamada a preservar la integridad de su gastronomía. Los consumidores tienen un papel fundamental en este proceso, exigiendo transparencia y eligiendo productos con sellos de calidad verificados.
En última instancia, la miel de Cantabria es un reflejo de la riqueza cultural de la región. Al reafirmar su compromiso con la calidad y la autenticidad, los apicultores y las autoridades locales pueden asegurar que este tesoro gastronómico continúe deleitando a paladares y preservando la identidad culinaria de Cantabria para las generaciones venideras.