De ser buzo profesional buscando petróleo en Libia a sacar oro negro en Cuenca: "El retorno al idílico pueblo de su padre"
Carlos trabajaba en Libia donde quedó atrapado seis meses en plena pandemia y guerra civil. Al volver a España, decidió invertir en el pueblo de su padre
Toledo - Publicado el
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Está considerado el oro negro en la tierra. Un producto que se ha convertido en un top dentro de la gastronomía; la trufa negra. Un hongo que se encuentra bajo el suelo, difícil de encontrar y con un sabor característico y especial.
Su precio está disparado, alcanzan los 50 gramos de trufa negra cerca de los 90,00€ por lo que la trufa precio kilo tiene un precio aproximado de 1.500 € en el mercado. Las exportaciones de trufa fresca española han generado años atrás un valor económico superior a los 8 millones de euros.
LA BÚSQUEDA DE ORO NEGRO
Intentar hacerte con alguno de estos hongos es laborioso, se ha convertido en una actividad que está creciendo en el mundo rural; con el trufiturismo, se ha logrado crear empleo y aumentar las visitas a poblaciones pequeñas.
Y para muestra un botón, en el pequeño municipio de Alcalá de La Vega en Cuenca han puesto en marcha esto del trufiturismo. Pero antes, tienes que conocer la historia de Carlos Hinajeros, el principal impulsor de Trufa de La Vega.
Carlos nació en Reus (Tarragona), aunque desciende de este pequeño pueblo de Cuenca, durante doce años fue buzo profesional e incluso tuvo su propia empresa, trabajaba en Libia en el sector petrolero. Tras desencadenarse la guerra en Libia, y estar seis meses atrapado en el país, decidió dejar el mar para recolectar las mejores Trufas Negras en Alcalá de la Vega. “Al final con el tema de la pandemia y luego una guerra civil estuvimos atrapados más de medio año y al final decidí que quería invertir cuando llegara a España en el pueblo de mi padre. Empecé a invertir y eso fue a constituir la empresa en el 2018 invirtiendo en maquinaria y en tierras para potenciar todo lo que tenemos ahí y la visibilidad”.
TRUFITURISMO
Esta actividad se basa en que “venga gente a conocer nuestro cultivo a nuestro pueblo, que es Alcalá de la Vega, y ahí hacemos la primera iniciación. Lo hacemos en una de nuestras fincas truferas y ahí enseñamos a la gente de qué manera se sacan las trufas y explicarle un poquito el cultivo y los trabajos a seguir para sacar trufa. Y una vez que sacamos las trufas nos vamos a hacer una ruta guiada por la bodega y con una cata de vinos y de trufa que hemos recolectado”.
El cultivo de la trufa es bastante desconocido y “a la gente solo le suena que la trufa que es muy cara pero nosotros, lo que queremos es que conozcan la trufa, que variedades hay y que si en caso de que compren una trufa, pues que sepan lo que están comprando”.
Carlos nos comentaba que “al final, siempre pongo el mismo ejemplo pasa como el azafrán. La gente no se va a comer un kilo de trufa, al final es un condimento. Lo que pasa es que cuando estamos hablando de kilos y de miles de euros, entonces la gente se echa para atrás. Yo creo que hablar de kilos es erróneo, porque ya te estoy comentando que es como el cultivo del azafrán. La gente no se come en un plato un kilo de azafrán, es un condimento que, son unos gramos nada más”.
UN PEQUEÑO PUEBLO DE 70 HABITANTES
En Alcalá de la Vega viven apenas 30 personas durante todo el año y asentadas unas 50. Carlos no nació en el que ahora es su pueblo, pero sí proviene del mismo, “mi padre ha nacido aquí en Alcalá de la Vega y lo que queremos es fomentar el turismo rural en pueblos como el nuestro, que tiene mucho potencial. Es un sitio idílico, pasa el río Cabriel por medio de la vega que tenemos, tenemos en el término 350 hectáreas en regadío, y una rica agricultura para quien quiera iniciarse en el mundo de la agricultura”.