Investigadores de Marchamalo y Granada descubren el 'modus operandi' de un parásito de abejas

El Lotmaria Passim, que sobrevive en el intestino de la abeja gracias a la secreción de una biopelícula, impide que la abeja absorba nutrientes y le acorta la vida

Mercedes Castellano

Guadalajara - Publicado el - Actualizado

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Un equipo multidisciplinar de investigadores del Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA-IRIAF) y de la Universidad de Granada han conseguido descubrir los mecanismos celulares que utiliza el parásito Lotmaria passim para infectar a las abejas de la miel.

"Lo que hemos descubierto es un nuevo método de infectar por parte de un parásito intestinal de las abejas, Lotmaria passim", señala en Mediodía COPE en Guadalajara el investigador del centro marchamalero, Mariano Higes, explicando que lo que hacen estos parásitos, una vez se introducen en las abejas, es "producir una serie de sustancias que llamamos EPS, polímeros extracelulares, que son como un biofilm que les protege dentro del aparato digestivo de las abejas y les permite multiplicarse".

El estudio muestra que estos biofilms, que "estaban descritos en bacterias pero no se habían descrito en organismos parásitos", suponen un mecanismo de protección para el Lotmaria passim frente a cambios extremos de temperatura y salinidad y permiten así su proliferación dentro y fuera de su abeja hospedadora, además de su supervivencia en el medio externo, faciitándole su transmisión a otros especímenes.

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Pero, ¿cómo afecta a las abejas la infección por este patógeno descubierto en 2015? Según Higes, "este parásito se localiza en el íleon, que es el intestino medio de la abeja, que es una zona de absorción, entonces, lo que creemos que hace es impedir que la abeja pueda absorber los nutrientes -un poco como hacen las tenias en los mamíferos- con lo cual si la abeja no puede alimentarse adecuadamente, se acorta su vida".

En este sentido, el también director de las infecciones experimentales de abejas realizadas en el CIAPA, apunta que, partiendo de que la longevidad de las abejas "depende de la época del año: en verano viven aproximadamente un mes y en invierno 4 ó 5 meses, según su actividad", la infección por Lotmaria passim puede acortar la vida de este insecto polinizador "más de una semana, en condiciones de laboratorio, que es mucho tiempo. En el campo, probablemente las afecte más, pero es evidente que cualquier causa que acorta la vida de la abeja repercute al final de manera negativa en toda la colonia".

Pero la merma de vida de las abejas melíferas puede ser todavía mayor, ya que el Lotmaria passim puede aliarse con otro agente patógeno que en el centro marchamalero conocen muy bien. "Es el nosema ceranae, que nuestro grupo descubrió en el año 2005, que es altamente prevalente y generalmente las abejas, lo más probable, es que tengan ambos a la vez, con lo cual se acorta aun más la vida de las abejas" -advierte.

Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA)

Centro de Investigación Apícola y Agroambiental de Marchamalo (CIAPA)

En definitiva, los investigadores apícolas tienen ahora "un nuevo desafío", que es luchar contra "un nuevo agente que afecta a las abejas", que se suma a los ya conocidos, como "el cambio climático, los plaguicidas, la varroa, etc, etc".

Y lo que está claro es que el descubrimiento de este doble equipo investigador es el primer paso para conseguir combatirlo, ya que, tal como subraya Mariano Higes, "una vez que conocemos al enemigo, podemos buscar sus puntos débiles, conocer su patogenia y ciclo biológico para poder diseñar tratamientos adecuados".

Un objetivo para el que, sin embargo, queda bastante camino por delante, ya que "primero tenemos que hacer ensayos a nivel de laboratorio. Es cierto que hay algunos candidatos, sustancias naturales que tenemos que estudiar, y será lo que tengamos que abordar en futuros años cuando tengamos la financiación".