Poner freno al acoso escolar
El delegado de Participación Ciudadana de Policía Nacional en Ávila, Javier Romo, explica en COPE los principales signos, cómo actuar y la importancia de ser "valientes" y "denunciar"
Ávila - Publicado el - Actualizado
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Es una realidad contra la que desgraciadamente hay que lidiar en las aulas. Es fundamental prevenirla, pero si ya se produce hay que atajarla cuanto antes: El acoso escolar.
Javier Romo, delegado de Participación Ciudadana de Policía Nacional, ha reconocido que se trata de un problema que también salpica a los colegios e institutos de Ávila, y aunque ha subrayado “que se trata de casos puntuales”, es fundamental que tanto la comunidad educativa, como padres y Policía Nacional “estén muy atentos”.
Los principales casos comienzan a verse a partir de los 12 años, con el salto a Secundaria, y pueden ser tanto de forma verbal, física o psicológica, como casos de exclusión social, acoso sexual o ciberacoso. Se trata fundamentalmente, explica Romo, de “humillaciones permanentes y continuas en el tiempo” que suelen ocurrir durante el recreo, en el patio, a la salida del centro o en los baños.
- Signos como la negativa del niño a acudir al centro escolar, falta de asistencia, rendimiento escolar más bajo, problemas de concentración, aislamiento, cambios en el carácter, falta de amigos o abandono de aficiones, deben hacer saltar las alarmas, pero también otros como nervios, ansiedad, alteraciones del apetito o el sueño e incluso evidencias físicas.
Ante cualquier indicio de que algo así está ocurriendo la primera puerta a la que tenemos que llamar es a la del tutor para que se activen los protocolos necesarios.
El principal problema es el miedo a denunciar que tiene el alumno acosado, por eso Javier Romo, señala como una figura fundamental para atajar el problema al “observador” ese compañero o compañeros que saben de la situación y pueden ayudar contándolo.
El portavoz de Policía Nacional en Ávila, pide a estos “observadores”, a estos compañeros que conocen el acoso, “que sean valientes “y “lo cuenten” o bien a los padres o bien a los tutores.
Porque lejos de ser “un líder”, el acosador no deja de ser otro niño o adolescente con problemas como baja autoestima, sin escala de valores, impulsivo, con baja tolerancia, egocéntrico o con ausencia de empatía.