La archidiócesis de Burgos llora la muerte del papa emérito Benedicto XVI

El arzobispo, Mario Iceta, pide oraciones por su eterno descanso mientras agradece a Dios su vida y ministerio. La próxima semana, la Catedral acogerá un funeral diocesano

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La archidiócesis de Burgos llora la muerte de Benedicto XVI. Don Mario Iceta pide a todos los fieles elevar oraciones por el eterno descanso del papa emérito.

El funeral diocesano por el eterno descanso de Benedicto XVI tendrá lugar el martes 3 de enero a las 18:00 horas en la Catedral, presidido por el arzobispo de Burgos.

Además, Mario Iceta viajará al Vaticano para participar en el funeral de Estado, que tendrá lugar el jueves 5 de enero a las 9:30 horas presidido por el papa Francisco

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En un mensaje de agradecimiento [leer más abajo] escrito ante su fallecimiento, acontecido a las 9:34 horas de hoy en el Vaticano, el arzobispo califica como «luminosos y fecundos» la vida y el magisterio de Benedicto XVI, que «brillarán como estrellas por toda la eternidad». De él recibió su nombramiento como obispo auxiliar, primero, y titular, después, de la diócesis de Bilbao y con él dice haber compartido «muchas anécdotas». «Hoy podemos dar gracias a Dios porque ha concedido a nuestro querido Benedicto XVI una vida larga que ha sembrado de bien el camino de la Iglesia y la historia de la humanidad». «Gracias Papa Benedicto por todo el bien que hemos recibido de ti, por tu testimonio de fe, esperanza amor y servicio», concluye su escrito.

La archidiócesis agradece a Dios la vida y fecundo ministerio del papa emérito y se une, con toda la Iglesia, en oración por su eterno descanso.

«Aunque tu vida terrenal se haya apagado, tu luz resplandecerá por toda la eternidad»

El arzobispo de Burgos, Mario Iceta Gavicagogeascoa, al papa Benedicto XVI en el día de su fallecimiento.

«La vida de los que en ti esperan no termina, se transforma». Con estas consoladoras palabras, el prefacio de difuntos envuelve la muerte en el manto de la esperanza. Esa fe y esperanza que en estos momentos sostienen nuestro corazón y elevan nuestros ojos al cielo. Nuestro querido Papa Benedicto XVI ha emprendido su viaje definitivo a la casa del Padre. No tengo más palabras que las de profunda admiración e inmensa gratitud.

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La vida y el Magisterio de Benedicto XVI han sido luminosos y fecundos. La altura de su pensamiento ha suscitado un apasionado diálogo con todo tipo de corrientes de pensamiento y ha sido referencia para teólogos y pensadores, creyentes y no creyentes. Una obra teológica imponente fruto de una fe apasionada vivida en la cotidianidad del amor y el servicio.

Su amor a Dios se ha plasmado en el cuidado delicado por la liturgia, que vivía con profundidad. Su amor y servicio a toda persona que busca y sufre en oscuridad ha quedado reflejado en sus encíclicas que abren el camino a una humanidad nueva y abrigan el alma en los momentos difíciles generando una nueva humanidad.

Aunque su vida terrenal se haya apagado, la luz de su vida y Magisterio resplandecerán como estrellas por toda la eternidad. Tendría muchas anécdotas que contar de los encuentros que tuve con él, que es quien me nombró obispo primero auxiliar y después titular de Bilbao. «No tenga miedo. Vaya con paz porque el Señor le envía y yo también le envío», me dijo poco después del nombramiento, sosteniendo mis manos entre las suyas, con su mirada cálida y profunda y su rostro que inspiraba paz y confianza.

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Hoy podemos dar gracias a Dios porque ha concedido a nuestro querido Benedicto XVI una vida larga que ha sembrado de bien el camino de la Iglesia y la historia de la humanidad. Lo encomendamos al Padre en este último viaje, que ha emprendido en paz, ligero de equipaje y con el corazón lleno del amor de Dios. Gracias Papa Benedicto por todo el bien que hemos recibido de ti, por tu testimonio de fe, esperanza amor y servicio. En tu vida se han cumplido las palabras del Eclesiástico: “Dichosos los que te vieron y se durmieron en el amor”. Quedas para siempre grabado en lo más profundo de nuestro corazón. Sigue cuidando de nosotros. Gracias y hasta el cielo.

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos