Un arzobispo vuelve a ser enterrado en la Catedral de Burgos por segunda vez
Después de casi 20 años la seo burgalesa ha acogido un entierro bajo sus piedras, donde además de distinguidos miembros eclesiásticos, también descansan el Cid o Los Condestables
Burgos - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Después de casi veinte años, la Catedral de Burgos volvió a ser testigo de un acontecimiento histórico: el entierro de un distinguido miembro eclesiástico. En esta ocasión, los restos mortales de D. Luciano Pérez Platero, Arzobispo de Burgos, fueron trasladados con solemnidad a su última morada en la catedral.
Es un hecho singular porque no es habitual poder ser enterrado en la seo burgalesa. La última vez que ocurrió fue en noviembre de 2006, cuando fue enterrado D. Santiago Martínez Acebes. Pocas semanas antes, en octubre de 2006 fue enterrado D. Teodoro Cardenal. También reposan en la Catedral otros personajes distinguidos como el Cid Campeador y Doña Jimena o los Condestables de Castilla.
Cabe recordar que monseñor Luciano Pérez Platero ya estuvo enterrado en la Catedral de Burgos. Es una historia que guarda sus anécdotas y es que Pérez Platero fue fundador de las Hermanas Misioneras de Acción Parroquial en 1942. Las religiosas guardan con especial cariño el recuerdo de quien fuera su impulsor. Este motivo hizo que las Hermanas Misioneras de Acción Parroquial solicitaran velar sus restos en su propia residencia, ubicada junto al colegio María Mediadora de Burgos. Esto provocó la salida del cuerpo de Pérez Platero de la seo burgalesa.
Con el paso de los años y, ante la pérdida de vocaciones, solo quedan cinco monjas y el edificio es demasiado grande para su uso diario por lo que van a desplazarse a otro lugar más acorde a sus necesidades por lo que la capilla, donde reposaban los restos de Pérez Platero, quedará sin uso. Este es el motivo que ha llevado a que el que fuera arzobispo de Burgos regrese a la Catedral.
El traslado de los restos de Pérez Platero que ha tenido lugar este jueves ha comenzado con una oración en la capilla de las Misioneras de Acción Parroquial, donde la comunidad de religiosas junto con el capellán honraron la memoria del difunto. Posteriormente, se procedió a la apertura de la sepultura, con la presencia del Secretario Canciller, donde ya reposaban los restos reducidos y colocados en un arca de madera.
Tras ello, el coche fúnebre se dirigió solemnemente hasta la puerta de Santa María de la Catedral, donde a las 10:00 horas tuvo lugar una sentida acogida presidida por D. Mario Iceta, arzobispo de Burgos, siguiendo el ritual de exequias. Cuatro religiosas portaron con reverencia los restos desde el coche fúnebre hasta el altar mayor, donde se colocó la urna con los restos, siguiendo los protocolos litúrgicos establecidos.
En el presbiterio, se encendió el cirio con las palabras acostumbradas, seguido de una breve mención por parte de la madre General, quien destacó la importancia de este momento y la custodia de los restos en la catedral. La celebración continuó con la lectura de las escrituras sagradas y peticiones, culminando con el canto del Benedictus.
Después de la oración y la comunión, se formó una procesión hasta la capilla de Santa Ana, donde los restos mortales fueron depositados sobre una mesa, recibiendo el rocío de agua bendita y el incienso en un gesto de profundo respeto y devoción.
Finalmente, descendieron a la cripta, acompañados por figuras eclesiásticas y autoridades, donde se rezó un responso por los obispos y sacerdotes difuntos, culminando con el canto del Regina Coeli.
Desde allí, con la bendición final, la comitiva se dirigió a la sacristía de santa Tecla, cerrando así un día de reverencia hacia la memoria de D. Luciano Pérez Platero, quien ahora reposa en paz en la venerable Catedral de Burgos.
La vida de Luciano Pérez Platero: Un legado de fe y compromiso
Luciano Pérez Platero nació en Arizaleta (Navarra) el 8 de enero de 1882 y falleció en Burgos el 14 de junio de 1963. Su vida estuvo marcada por un profundo compromiso con la Iglesia y la comunidad. Ordenado sacerdote en 1907, destacó por su extensa formación académica, obteniendo grados en teología, derecho canónico y civil.
Designado obispo de Segovia en 1929, posteriormente fue nombrado arzobispo de Burgos en 1944. Durante su liderazgo eclesiástico, Pérez Platero se destacó por su devoción a la parroquia y al apostolado seglar, siendo un ferviente defensor de la Acción Católica.
Además de su labor pastoral, Pérez Platero también incursionó en la esfera política, sirviendo como procurador en Cortes durante seis legislaturas y participando activamente en diversas comisiones, incluso respaldando el referéndum sobre la Ley de Sucesión propuesto por Franco en 1947.
Pero quizás su legado más perdurable sea la fundación de las Hermanas Misioneras de Acción Parroquial en 1942, un grupo consagrado que él mismo inició con el propósito de animar el apostolado seglar y fortalecer la vida parroquial. Esta congregación, ahora extendida por varios países, es testimonio del compromiso de Pérez Platero con la misión de la Iglesia en el mundo.
Su participación en el Concilio Vaticano II y su incansable labor pastoral hasta sus últimos días reflejan su profundo amor por la Iglesia y su deseo de servir a Dios y a su comunidad.