FESTIVAL FOLCLORE BURGOS

ESCUELA DE FOLKLORE

Tercera jornada del 45º Festival Internacional de Folclore de Burgos

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Tengo la sensación de que, llegados a la tercera jornada del Festival Internacional de Folclore, hay una prodigiosa calma y una suerte de ralentización del tiempo que da como resultado el fluir de las cosas como si no hubiera sido fácil llegar hasta aquí. Sé que son percepciones muy personales pero que coinciden con el buen resultado que hasta este momento nos ofrece la programación diaria del evento.

Pude comprobar con que naturalidad los burgaleses ocuparon a mediodía el claustro del Monasterio de San Juan para arrancarse con boleros y otros castizos ritmos con el grupo “Villa de Madrid” y la fotografía se me hace esperanzadora al ver a los más jóvenes acompañar a los goyescos en pasos y ademanes. ¿Es el relevo?, en cualquier caso es la esperanza del mismo. Ese es uno de los logros de este encuentro de culturas, la conjugación de la puesta en escena y la interacción de aficionados, curiosos o amantes del folclore en fase incipiente. Baile y pedagogía, Arte y futuro.

Y en esta jornada de observación tengo para mí que es una lástima que los músicos no puedan estar en primera fila en lugar del fondo del escenario, por razones obvias. Porque ayer fue una de esas noches en las que hay que reivindicar, en el compendio que se nos ofrece en el folclore, la música, los músicos, las voces… la banda sonora para los ejecutantes de los pasos armónicos. Desde las grandes formaciones, a los discretos ejecutantes de instrumentos impronunciables, pasando por los coros castellanos y nuestros dulzaineros. El Festival es también música y son también los músicos, capaces de emocionar, con sus danzantes, o en solitario, en la interpretación de los acordes plasmados en el pentagrama de los pueblos a los que evocan.

Si no fuera por el lío para organizar las transiciones entre las actuaciones deberían pasar del fondo a primera línea para recibir nuestro aplauso.

Avanza el Festival, despacio, a buen ritmo y con buenas maneras, Como las buenas palabras que pude intercambiar con los que de verdad saben de esto, las gentes de la organización, héroes de la resistencia folclórica burgalesa, a los que debemos tanto.

Pues sí, me faltaba añadir que el Festival Internacional de Folclore es también un lugar de encuentro para el dialogo.

Se aprende tanto…