Retomando el camino diocesano

Mensaje del arzobispo de Burgos, don Fidel Herráez Vegas, para el domingo 28 de junio de 2020

Fidel Herráez, arzobispo de Burgos

Redacción digital

Madrid - Publicado el

4 min lectura

Al compartir hoy con vosotros esta breve reflexión dominical, después de la experiencia de la pandemia que hemos vivido y que nos sigue amenazando todavía con los brotes y secuelas persistentes, quiero hacerlo con una mirada hacia adelante. Ahora, que parece que se va viendo luz en el túnel, que aún con muchas cautelas estamos volviendo a la vida cotidiana, que nos vamos encontrando con los familiares y amigos, que en gran medida retorna la actividad a las calles, que nuestras celebraciones litúrgicas y actividades eclesiales van recobrando cierto ritmo…, creo que es un tiempo oportuno para que retomemos y prosigamos con paso nuevo, mirando hacia adelante, nuestro caminar diocesano.

El Papa Francisco hacía esta reflexión a los jóvenes en la Exhortación Apostólica Christus Vivit: «Cuando todo parece paralizado y estancado, cuando los problemas personales nos inquietan y los malestares sociales no encuentran las debidas respuestas, no es bueno darse por vencidos, ni quedarse paralizados. El camino es Jesús: hacerle subir a nuestra barca y remar mar adentro con Él. Él cambia la perspectiva de la vida. La fe en Jesús conduce a una esperanza que va más allá, a una certeza fundada no solo en nuestras cualidades y habilidades, sino en la Palabra de Dios, en la invitación que viene de Él … Rema mar adentro» (n. 141). Bien podemos hacer nuestra esta reflexión.

Vivimos el momento de vuelta a la «nueva normalidad», que es la expresión al uso, pero tendríamos que hablar más bien de la vuelta a una cotidianidad que no sea como antes, sino que recoja sabiamente lo aprendido en el confinamiento y nos permita construir un «día de después» distinto, mejor. Es ahora cuando tendríamos que volver a lo habitual, a lo de siempre, de otra manera. El virus se ha llevado muchas cosas. ¿Qué es bueno recuperar y qué no? ¿Qué cosas tienen que cambiar? ¿Qué lecciones tenemos que aprender? Porque también esta situación ha hecho que aflorara lo mejor de nosotros mismos como personas y como cristianos y nos ha llevado a encontrarnos con las preguntas esenciales sobre la vida, sobre la muerte, sobre la humanidad, sobre Dios. Estoy convencido de que este periodo nos ha aportado personalmente momentos importantes para madurar en nuestra condición humana y creyente y para actuar en consecuencia, mirando hacia adelante, con la ayuda de Dios.

Pienso que nos ha preparado también para que «caminemos alegres con Jesús», retomando el caminar diocesano, en lo que se refiere especialmente a la Asamblea Diocesana. La crisis provocada por el coronavirus ha suspendido muchas de las actividades pastorales puestas en marcha en la Iglesia en Burgos. Con todo, la Asamblea Diocesana iniciada el pasado mes de septiembre ha continuado su andadura a través de la vía telemática y sin reuniones presenciales, aunque con las dificultades propias para avanzar con los ritmos previstos. ¿En qué punto estamos y cómo seguir avanzando?

Cuando llegó el confinamiento, los 300 grupos de la Asamblea estaban en pleno trabajo y envío de propuestas sobre el Cuaderno 1. Tras un proceso de reflexión ante la dificultad sobrevenida, implicando en él al Consejo Pastoral Diocesano, se llegó a tres conclusiones: Que la Asamblea debía continuar a pesar de las dificultades, viéndola incluso como una oportunidad para el discernimiento comunitario y para sentirnos Iglesia diocesana en la misión compartida. Que era necesario repensar y flexibilizar los plazos previstos, a fin de que los grupos con menos posibilidades de trabajar en estos meses no quedaran descolgados (y así, se ha concretado que los Cuadernos 1 y 2 se sigan trabajando hasta finales de septiembre y noviembre respectivamente). Y que no podíamos continuar, en medio de lo que estábamos viviendo, como si no hubiera pasado nada; por ello se introdujo un nuevo material, titulado «Lectura creyente en Asamblea del fenómeno de la pandemia», para que los grupos, en su primera reunión, compartieran la experiencia vivida desde la fe y aportaran propuestas pastorales al conjunto de la diócesis. En este punto estamos, esperando recoger en junio y julio estas aportaciones al hilo de la actualidad, de modo que en septiembre se siga la marcha habitual de la Asamblea,

Del Año Jubilar, al que me referiré más ampliamente en otro momento, también quiero deciros que se ha tenido que retrasar la fecha del comienzo; será en el último trimestre del año, haciéndola coincidir con el día de la Iglesia diocesana. En ese año de gracia nuestra Iglesia burgalesa conmemorará el VIII Centenario, celebrando el júbilo de la fe y de la misericordia del Señor, con la alegría de la renovación interior para vivir más decididamente el seguimiento de Jesús.

Que Santa María, Maestra en los caminos que conducen al Señor, y los apóstoles San Pedro y San Pablo, cuya fiesta celebraremos mañana, nos ayuden a retomar con nuevo impulso el caminar diocesano para dar respuesta desde el Evangelio a los desafíos de la realidad actual.