El secreto de las salinas que hizo famoso a Poza de la Sal: "Una tradición centenaria"

Esta localidad burgalesa es el pueblo natal del inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente, que dejó un legado imborrable entre sus vecinos

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Redacción COPE Burgos

Burgos - Publicado el

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La provincia de Burgos esconde un rincón encantador que se despliega en la geografía con la gracia de un secreto bien guardado. Hablamos de Poza de la Sal. Este pintoresco pueblo y sus calles empedradas respiran el eco de tiempos antiguos, mientras sus casas de arquitectura rústica son testigos silenciosos de incontables historias.

Uno de sus espacios más destacados corresponde con sus

. Este lugar

Las salinas de Poza han sido el escenario donde las manos hábiles de la comunidad han extraído el "oro blanco". Esta tradición centenaria, transmitida de generación en generación, no solo ha sido una fuente de sustento económico para la región, sino también un vínculo tangible con la historia y la identidad de Poza de la Sal que emana de su elemento geológico más singular como es el Diapiro, que dio origen a la actividad salinera.

La brisa lleva consigo el sutil perfume de la sal, impregnando el aire con una fragancia única que se adentra en cada rincón del pueblo. Es como si la sal, además de condimentar la tierra, también dejara su huella en el viento, en los muros de las casas y en el alma de Poza.

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Los atardeceres en Poza de la Sal son auténticas obras maestras pintadas con tonos cálidos y suaves, donde el cielo se mezcla con la paleta de colores que caracteriza a este lugar. La tranquilidad que envuelve al pueblo invita a perderse en sus callejones, descubriendo pequeños tesoros arquitectónicos y disfrutando de la autenticidad que emana de cada esquina.

Además de su espléndida iglesia gótica, son imprescindibles las vistas desde el Castillo de los Rojas que permiten un dominio visual de toda la Comarca y que le dan el sobrenombre del 'Balcón de la Bureba'. No puedes dejar sin visitar tampoco un conjunto singular de fuente-abrevadero-lavadero y su acueducto, único en la provincia, que inmediatamente traslada al visitante a la época romana. De esa época es también el yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Flaviaugusta, que yace sepultada bajo los campos en la Vega del Homino.

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El río Homino, fiel compañero de esta localidad, serpentea cerca, regalando paisajes que enamoran a quienes se aventuran a explorar. Poza de la Sal es un remanso de serenidad, un lugar donde el tiempo parece detenerse para permitir que los visitantes se sumerjan en la riqueza de su patrimonio y la calidez de su comunidad.

Poza de la Sal es el pueblo natal del inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente. Su legado está arraigado en la tierra y en los corazones de sus vecinos. Los lugareños sienten un orgullo especial por haber compartido su hogar con un visionario que llevó la belleza de su pueblo natal al escenario nacional e internacional.

La figura de Félix es recordada con cariño en las conversaciones en las plazas y en los encuentros cotidianos. Su contribución a la conservación y la divulgación de la naturaleza se entiende como un regalo invaluable para la localidad. La comunidad se enorgullece de haber sido el punto de partida de un hombre que, a través de sus programas televisivos, logró despertar el amor por la naturaleza en innumerables personas. Su conexión con Poza de la Sal sigue siendo fuente de inspiración para las generaciones actuales, que encuentran en su historia un motivo de unidad y respeto por la naturaleza que los rodea.

La Villa entera invita a perderse por sus calles de trazado medieval amurallado que han hecho de Poza obtener la declaración de Conjunto Histórico Artístico. Poza de la Sal está a tan solo 40 km de la capital burgalesa, próxima a Frías y Oña, con las que forma la Mancomunidad de Raíces de Castilla. Sus pedanías esconden también espacios dignos de conocer. Castil de Lences, con su fuente de Manalagua, sus calles empedradas, su iglesia románica, una arquitectura popular con casas de piedra perfectamente conservadas y El Monasterio de La Asunción, que con tanto cariño conservan las clarisas. Por su parte, Lences de Bureba mantiene en pie su bello puente medieval y su iglesia románica. La villa invita a pasear por sus calles e ir descubriendo sus escudos heráldicos.

En cada mirada de sus habitantes, se percibe el orgullo de pertenecer a un lugar donde la historia y la modernidad coexisten en armonía. Poza de la Sal es más que un destino; es un poema que se escribe con las huellas de aquellos que la han habitado y la habitan, con la sal como testigo silente de su eterna belleza.