El sepulcro está vacío

Mensaje del arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, para el 9 de abril de 2023, domingo de Pascua

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, con inmensa alegri?a, abrazamos la verdad culminante de nuestra fe, la resurreccio?n del Sen?or: «No tenga?is miedo. ¿Busca?is a Jesu?s el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No esta? aqui?. Mirad el sitio donde lo pusieron» (Mc 16, 6).

Hoy, la verdad revelada por Dios vuelve a levantarnos y llena nuestra vida de esperanza. El Padre, como al hijo pro?digo, nos recibe en su casa, nos prepara un admirable banquete y nos da una tu?nica nueva.

Hoy nos convertimos en testigos de la Resurreccio?n de Cristo (cf. Hech 1, 22), porque el Resucitado vuelve a sanar, una vez ma?s, las llagas de toda la humanidad.

«¡Resucito? de veras mi amor y mi esperanza!», reza la secuencia de Pascua que anuncia la victoria de Cristo sobre la muerte. La tumba vaci?a anuncia la esperanza ma?s fiel, aunque –como a las mujeres santas y a los apo?stoles Pedro y a Juan– necesitemos ir hasta el sepulcro al alba para ver: «Hasta entonces no habi?an comprendido que, segu?n la Escritura, Jesu?s debi?a resucitar de entre los muertos» (Jn 20, 9). Ciertamente, aunque las piedras que cubran nuestros sepulcros sean inmensamente grandes, el amor de Dios todo lo puede vencer, porque «si Cristo no hubiera resucitado, vana seri?a nuestra fe» (1 Cor 15,14).

La muerte no tiene la u?ltima palabra, porque la vida se abre paso con amor, porque la alegri?a ha vencido a la tristeza. «En Pascua, en la man?ana del primer di?a de la semana, Dios vuelve a decir: “Que exista la luz”. Antes habi?a venido la noche del Monte de los Olivos, el eclipse de la pasio?n y muerte de Jesu?s, la noche del sepulcro. Pero ahora vuelve a ser el primer di?a, comienza la creacio?n totalmente nueva», recordaba el Papa Benedicto XVI, en una homili?a pronunciada durante la Vigilia Pascual de 2012.

Jesu?s resucita del sepulcro: «La vida es ma?s fuerte que la muerte. El bien es ma?s fuerte que el mal. El amor es ma?s fuerte que el odio. La verdad es ma?s fuerte que la mentira. La oscuridad de los di?as pasados se disipa cuando Jesu?s resurge de la tumba y se hace E?l mismo luz pura de Dios», revelaba el Santo Padre, para descubrir –al hilo de estas palabras– que con la Resurreccio?n de Jesu?s la luz vuelve a ser creada: «E?l nos lleva a todos tras E?l a la vida nueva de la Resurreccio?n, y vence toda forma de oscuridad. E?l es el nuevo di?a de Dios, que vale para todos nosotros».

Ahora, en Galilea, el Resucitado nos precede y nos acompan?a por los senderos del mundo. Y si ayer, con las mujeres «contempla?bamos “al que traspasaron”», deci?a el Papa Francisco en su homili?a del 31 de marzo de 2018, hoy con ellas «somos invitados a contemplar la tumba vaci?a y a escuchar las palabras del a?ngel: “No tenga?is miedo… ha resucitado”». Palabras que desean palpar nuestras certezas ma?s hondas, «nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los dema?s». Por tanto, si E?l resucito? «del lugar del que nadie esperaba nada» y «nos espera –al igual que a las mujeres, como resen?aba el Papa– para hacernos tomar parte de su obra salvadora», ¿co?mo no vamos a estar alegres ante un anuncio tan grande?

San Leo?n Magno desvelaba que Jesu?s «se apresuro? a resucitar cuanto antes porque teni?a prisa en consolar a su Madre y a los disci?pulos» (Sermo?n 71, 2). Resucito? al tercer di?a, «pero lo antes que pudo», afirma, anticipando el amanecer con su propia luz para consolar tanto dolor por su ausencia, para curarnos con sus propias heridas, que son las pruebas de un amor victorioso y profundamente fiel.

Ahora, en forma de mandamiento y como dijo a los apo?stoles, nos deja una tarea primordial: «Que os ame?is unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Si vivimos asi?, a pesar de las contrariedades de la vida, dando la vida por los hermanos (cf. 1 Jn 3, 16), seremos disci?pulos de una esperanza que nada ni nadie nos podra? arrebatar, porque nace de la Resurreccio?n de nuestro Sen?or.

Hoy, de manera especial, nos acogemos a la proteccio?n de la Virgen Mari?a, la Madre de Cristo Resucitado, y permanecemos a su lado, como hijos, aferrados a su precioso corazo?n. Y tambie?n al de Mari?a Magdalena, quien escucho? co?mo el Maestro le llamaba por su nombre para darle una vida nueva. Que, como ella, nos dejemos impregnar por el amor del Sen?or y corramos, hasta los confines del mundo, proclamando con inmensa alegri?a: «¡Hemos visto al Sen?or. Ha resucitado!»

Con gran afecto, os deseo una feliz y santa Pascua de Resurreccio?n

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa