Me van faltando las fuerzas, no me abandones

Mensaje del arzobispo de Burgos, don Mario Iceta Gavicagogeascoa, para el domingo 14 de mayo de 2023

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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se dejan cautivar por su mirada y, ceñidos por una inenarrable ternura que nace en los brazos del cuidador, ejercen el amor que Cristo siempre tuvo con sus hermanos heridos, sus preferidos.

Nos decía el Papa Francisco que «aislar a los ancianos y abandonarlos a cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento de la familia, mutila y empobrece a la misma familia» (Fratelli tutti, 19). Así, siguiendo la estela de tantos santos que han hecho, de su vocación, un servicio a la humanidad herida, reconocemos que las personas enfermas están siempre en el corazón de la Iglesia. El Papa Francisco, consciente de que la fe, el cuidado y la misericordia transfiguran el sufrimiento, incide en que «hemos sido hechos para la plenitud que solo se alcanza en el amor» y «no es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor» (FT, 68).

Configuremos nuestra vida con la de Cristo, donde adquiere sentido también nuestra propia cruz. «Yo mismo apacentaré mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor–. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma […]. Yo las apacentaré con justicia» (Ez 34, 15-16). Vuelvo a este pasaje de la Escritura para recordar cómo late el corazón de Jesús ante la experiencia de la enfermedad. Que esta Pascua del Enfermo nos anime a acompañar y a cuidar, a la manera del Señor y de su Madre, la Virgen María María, las heridas de todos nuestros hermanos en su fragilidad.

Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.

+ Mario Iceta Gavicagogeascoa

Arzobispo de Burgos