García Sastre sobre la gestión del COVID en Castilla y León: “Se ha hecho lo que se podía”
El virólogo burgalés asegura que es fácil que sea necesario recibir una dosis de la vacuna a modo de recordatorio para afianzar la inmunidad
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El virólogo burgalés Adolfo García Sastre, profesor de la Escuela Icahn de Medicina del Hospital Mount Sinai de Nueva York, aseguró hoy que “se ha hecho lo que se podía” por parte de las autoridades de Castilla y León para hacer frente a la pandemia del COVID-19, si bien reconoció que el inicio no fue el “óptimo” al no tener todos los recursos necesarios y la información sobre cómo se transmitía el virus y qué medidas eran más eficaces.
García Sastre, que impartió la conferencia inaugural de los cursos de verano de la Universidad de Burgos (UBU) con la ponencia ‘Desarrollo de nuevos tratamientos y vacunas contra COVID-19’, aseguró que es “normal” que se hayan cometido errores al principio de la crisis sanitaria porque se desconocían algunos datos y no había los recursos para actuar.
Asimismo, el virólogo destacó que en este momento se está en una “mejor” posición que al principio de la pandemia porque los grupos de riesgo están la mayor parte vacunados y es difícil que haya enfermedad en ellos. No obstante, advirtió de que si los contagios se disparan es posible que surjan casos severos entre la población que no se considera vulnerable. “Es cuestión de números”, dijo.
Por ello, sostuvo que se está en un momento para empezar a tomar mediadas no tan fuertes de contención y puso el acento en el comportamiento individual, más que en medidas como el uso de la mascarilla al aire libre, el cierre de bares “a las cinco de la mañana” o las reuniones. En su opinión, las personas deben tener en cuenta la exposición en sus contactos.
También sostuvo que no está de acuerdo con distinguir entre vacunados y no vacunados si todo el mundo se comporta de manera responsable, por lo que confió en que no sea necesario establecer medidas para determinar qué pueden hacer unos y otros. Insistió en que en este momento se debe tratar de reducir los contagios y de vacunar lo más rápido posible para frenar la pandemia.
De hecho, destacó que Estados Unidos fue el país, tras Israel, que más rápido avanzó en la vacunación, pero señaló que ahora se enfrenta a colectivos reticentes a inmunizarse, lo que ha dejado a territorios con una cobertura del 30 por ciento, cuando en otros alcanza el 70 por ciento. Por ello, recomendó seguir la estrategia que permita vacunar lo más rápidamente posible, ya sea por edad o a los colectivos a los que se pueda llegar de forma más fácil.
Por tanto, el virólogo recomendó una planificación que tenga en cuenta el número de dosis y cómo llegar a los grupos de la población, sin ralentizar la campaña si no se puede llegar a uno antes que otro, una vez inmunizado y protegido a los grupos de riesgo.
Además, consideró que es “fácil” que sea necesario recibir una dosis de la vacuna a modo de recordatorio para afianzar la inmunidad y reducir aún más los casos. Aseguró que los anticuerpos se mantiene durante toda la vida, pero precisó que se cree que pueden decrecer con el paso de los años. Por ello, sostuvo que en 20 años, en función de lo que cambie el virus, podría ser necesario también otra campaña de vacunacion.
Colaboración
García Sastre, que celebró haber podido viajar con su familiar al estar vacunado desde Estados Unidos, apostó por trabajar más los lazos de cooperación existente en materia de investigación, a través de dos proyectos sobre propagación del virus e inmunziación de pacientes inmunodeprimidos. De esta forma, agredeció a la UBU lo hecho durante la pandemia y confió en que sigan hacia delante para que colaboren con su laboratorio e incluso otros.
Finalmente, sostuvo que se necesita investigación virus pandémicos para lograr frenar con mejor éxito otros que surjan. Además, destacó la importancia de que la población tenga acceso a información de fuentes oficiales para convencer sobre qué es lo mejor para reducir los contagios y salvar vidas. Su conferencia abrió una nueva edición de los cursos de verano de la UBU, que alcanzan los 25 años con 15 propuestas y 225 matriculados, tras la interrupción en 2020 por el COVID.