La inesperada salida de 30 internos de prisión a un monasterio en Burgos: "Lo tienen que pagar"
Los reclusos de distintas cárceles de Castilla y León han acudido al monasterio de Rioseco para llevar a cabo una actividad muy distinta a la que viven tras las rejas
Burgos - Publicado el - Actualizado
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Para una persona privada de libertad, salir de prisión, aunque sea por unas horas o días, es mucho más que un cambio de escenario. Es una oportunidad para experimentar la vida fuera de los muros, reconectar con la sociedad y sentirse útil en un proyecto de mejora comunitaria. Este contacto con el exterior permite a los internos no solo participar en actividades productivas, sino también recuperar la autoestima y las habilidades sociales necesarias para su futura reintegración.
Imagina vivir durante años entre barrotes y por un día poder respirar el aire fresco de uno de los pueblos de Burgos. Pues eso precisamente es lo que han hecho treinta personas reclusas de diferentes centros penitenciarios de Castilla y León que han formado parte de esta actividad terapéutica en el monasterio, ubicado cerca de Villarcayo, en la provincia de Burgos.
Durante dos días, un grupo de reclusos de las prisiones de Burgos, León, Soria, Segovia, Valladolid, Salamanca y Zamora se ha trasladado hasta el monasterio de Santa María de Rioseco, en el valle de Manzanedo, Burgos, para colaborar en su rehabilitación y convivir en una experiencia única fuera de los muros de la cárcel. La iniciativa, impulsada por las delegaciones de pastoral penitenciaria de la región y apoyada por Cáritas Diocesanas de Castilla y León, también contó con la colaboración de veinte personas más, entre funcionarios, técnicos y voluntarios, todos trabajando en un ambiente de convivencia y con un objetivo común: brindar a los internos una experiencia de libertad y resocialización a través del trabajo comunitario.
Esta salida terapéutica forma parte de un programa de rehabilitación que busca ir más allá del simple cumplimiento de la condena, brindando a los internos la oportunidad de integrarse en la sociedad y ser vistos bajo una luz diferente. Carlos Palacios, capellán del centro penitenciario de Burgos y uno de los impulsores de la actividad, explica el valor de estas experiencias: “Ayudar a resocializar a los internos, y en eso ellos están encantados, y poder tener experiencias de libertad es una experiencia enorme”. Según Palacios, la experiencia ha sido enriquecedora para todos los participantes, que además de trabajar en tareas de reconstrucción, disfrutaron de la libertad al aire libre en un entorno natural.
Durante las jornadas de trabajo, los internos colaboraron en el fortalecimiento de un muro de contención de unas escaleras, lo que permitirá desescombrar el área y continuar con la recuperación de este antiguo monasterio cisterciense, fundado en el siglo XII y en proceso de rehabilitación desde hace más de una década. La fundación Monasterio Santa María de Rioseco lleva años trabajando en la recuperación de este cenobio, y estas salidas terapéuticas permiten que personas privadas de libertad también aporten su granito de arena en la restauración de este patrimonio cultural.
Además del valor práctico de la actividad, esta salida busca normalizar la relación de los internos con la sociedad, de modo que los vecinos de la zona puedan ver a los reclusos como individuos en proceso de cambio y reintegración. “El hecho de que nos juntemos con la gente del pueblo y les vea como buena gente, normal, gente que ha tenido un problema en su vida y lo tiene que pagar y ya está, pero que no son gente monstruosa. Enseñar a la sociedad que los internos son gente normal me parece un objetivo que poco a poco pues con estas salidas lo estamos consiguiendo”, añade Palacios.
Este tipo de experiencias no son nuevas en Castilla y León. En 2023, un grupo de internos de distintos centros penitenciarios ya participó en una jornada de voluntariado en la sierra de La Culebra, afectada por un grave incendio. Desde entonces, la implicación en actividades al aire libre y en proyectos de reconstrucción ha ganado popularidad entre los internos, que ven en estas salidas una oportunidad para redescubrirse y sentirse útiles a la sociedad.
La actividad realizada en el monasterio de Rioseco no solo ayuda a fortalecer el vínculo entre los reclusos y la sociedad, sino que también refuerza en ellos valores como el respeto y el trabajo en equipo. Al mismo tiempo, les permite tener una experiencia de libertad supervisada que, según los técnicos penitenciarios y los capellanes, ayuda a mejorar su proceso de resocialización.