Fue misionero antes que fraile y ahora regresa a Perú para dinamizar la Cáritas del Vicariato apostólico de San Ramón

Ricardo 'Richi' García, un cura roquero y futbolero, dice que la guitarra le ha servido más para llegar a la gente de la misión, que todos los años de estudios de teología. Hoy nos cuenta su historia.

Ricardo 'Richi' González atiende a COPE Burgos en la Casa de la Iglesia.
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Sergio Corral

Ricardo 'Richi' García en COPE 

Sergio Corral

Burgos - Publicado el

4 min lectura

Ricardo García -todo el mundo le conoce como Richi- nació en Burgos y estuvo de misionero en Perú antes de ordenarse sacerdote, regresó siendo ya sacerdote y tras 7 años de misión volvió a Burgos. Aquí ha sido cura rural durante los últimos años. El próximo 4 de noviembre deja todas sus obligaciones y marcha de nuevo como misionero a San Francisco (Perú). Estudio en La Salle Burgos. Ha formado dos grupos de música y es un gran aficionado al fútbol, deporte que practica. Dice que la guitarra le ha servido más para llegar a la gente que todos los años de estudios de teología. Hoy nos cuenta su historia. 

Fue misionero antes que fraile. De hecho, su vocación siempre ha sido misionera. “Antes de ser sacerdote ya tenía la vocación misionera entonces para mí es muy fácil volver a donde ya estuve en el año 1997. Antes de ser cura fui a hacer una experiencia misionera y me enamoré del Perú, de su gente, de su forma de trabajar, de su forma de ser, de la Iglesia de allí, de cómo trabajan las religiosa los sacerdotes y los catequistas”, explica.

Ricardo 'Richi' García

@archiburgos

Ricardo 'Richi' García

Tiene claro que su paso por el colegio La Salle le marcó. “Cuando estuve estudiando la EGB en La Salle venían muchos misioneros a hablarnos un poco de la misión. Mi imaginación me llevaba esos lugares de América porque todas las culturas precolombinas y la historia de América siempre me ha gustado”. Recuerda que lo que más le llamó la atención fue “el que la gente dejara todo aquí y se marchara a compartir su vida y su fe con otros pueblos, con otras personas”. Este pensamiento es el que realmente le hizo tomar la decisión. “Yo creo que esa es mi vocación. Yo creo que eso es lo que yo quiero ser”.

Richi tenía claro lo que quería ser y buscó la forma para poder hacerlo. Entendió entonces que la “la forma más fácil de ser misionero era siendo sacerdote”. Así con tan solo 11 años entró en el Seminario Menor de Burgos “con esa ilusión de ser misionero”. Con esas edades, dice, “no tienes la vocación plenamente de ser sacerdote. Son ilusiones. Después ya el Señor me fue poniendo en el camino”. Siguió formándose en el Seminario Mayor, después estudió teología y, al final, “con la ayuda del Señor que me condujo por el buen camino conseguí el sueño de ser misionero”.

Cuando estuvo en Perú le encomendaron una parroquia de la selva central en la población de Pichanaqui, uno de los seis que conforman la provincia de Chanchamayo, ubicada en el departamento de Junín, en el centro del Perú. Dentro de la división eclesiástica de la Iglesia Católica del Perú, pertenece al Vicariato apostólico de San Ramón. Allí se encargó también de dinamizar un poco la pastoral juvenil y organizaba encuentros “animando a los jóvenes a encontrar a Jesús”. Esa fue la tarea que tuvo encomendada durante los siete años que estuvo allí antes de regresar a España.

Ahora, aprovechando su experiencia en Cáritas, el obispo de allí quiere que se centre en dinamizar la Cáritas de allí, que es muy distinta de la de aquí. Sobre todo en el tema de la animación de la caridad en las comunidades rurales y, sobre todo, los proyectos para las comunidades nativas que allí hay muchas”.

El mismo se define como un viejo roquero. De hecho aquí en Burgos ha formado dos grupos musicales. Tiene claro que la música es un lenguaje universal, también para enseñar el Evangelio. “Siempre digo que a mí me ha ayudado más el aprender a tocar la guitarra que todos los años de teología que he estudiado aquí”.

El próximo 5 de noviembre marchará de nuevo a la misión “con mucha ilusión y muchas ganas” y siendo consciente de que su padre es el que “lo va a pasar un poco peor”. En su mochila, dice, se llevará “muchos abrazos de la gente de los pueblos en los que he estado”. Reconoce que echará de menos “el no jugar al fútbol los lunes con los curas, o los partidos del Trofeo Diputación de Burgos” pero está convencido de que “allí encontrará gente y lugares para jugar”. Se pone como tarea seguir en contacto con la gente de aquí para contarles lo que está haciendo allí para “hacerles partícipes”.

Su historia es una más de la que comparten los 482 misioneros burgaleses que, actualmente, trabajan en los cinco continentes: 333 en América, 48 en África, 80 en Europa, 19 en Asia y 2 en Oceanía. En ellos quiere poner el foco la Iglesia este domingo, en la celebración del Día del Domund, que este año se celebra con el lema «Id e invitad a todos al banquete». El año pasado se recaudaron en Burgos 156.575,04 euros (en 2022 fueron 248.600), siendo una de las diócesis más generosas de Castilla y León, sólo por detrás de Valladolid.

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