El pueblo de Burgos de solo 100 habitantes que se llena cada año para ver su espectacular Belén Viviente: "Todos se implican"
Desde 1985, cada 5 de enero, la afluencia en este pequeño municipio se multiplica de forma considerable para disfrutar de una de las mejores recreaciones de la Navidad
Castilla y León - Publicado el
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La Navidad tiene ese encanto especial que va más allá de las luces que iluminan las ciudades o los villancicos que nos acompañan. El verdadero espíritu de estas fechas reside en la intensidad y la fantasía con las que decidimos vivirlas, especialmente cuando se trata de transmitir su magia a los más pequeños. Cada uno lo celebra a su manera, pero hay iniciativas que destacan por la ilusión y el empeño que las impulsan. Es el caso del Belén Viviente de Torregalindo, un pequeño pueblo de Burgos que, desde hace 40 años, hace que la Navidad cobre vida.
Todo comenzó el 5 de enero de 1985, cuando los vecinos de Torregalindo, una localidad con poco más de 100 habitantes, decidieron organizar una pequeña representación navideña. Lo recuerda María de las Viñas Pérez, una de las protagonistas de esta tradición, que en COPE explica su origen. Señala que “primero fue en la escuela, con la profesora de entonces, haciendo un auto de Navidad para los niños. Al año siguiente fueron los padres, que se pusieron colchas para homenajear el día de Reyes. Cada vez ha ido creciendo un poquito más, hasta montar lo que hacemos ahora, que es algo bastante impresionante”.
Hoy, 40 años después, este Belén Viviente ha sido reconocido como Fiesta de Interés Turístico Regional desde 2022 y atrae cada año a cientos de visitantes hasta la comarca de la Ribera.
El pueblo se transforma en un nacimiento viviente
Pero, ¿cómo se lleva a cabo un Belén Viviente? Aquí cada vecino es imprescindible y forma parte de un espectáculo que no deja de crecer. María pone como ejemplo los nacimientos que todos hemos podido ver en las tiendas o en los bares. “Pues Torregalindo, que es un pueblo pequeñito, convierte sus calles principales –que son tres o cuatro– en ese Belén Viviente. Además de los puestos, como el molino, el pescador, la bandera o el castillo de Herodes, se hace teatralizado, basándonos en el Auto de los Reyes Magos, con cuatro o cinco escenas específicas”, afirma.
Durante cuatro o cinco horas, cada rincón del pueblo se convierte en una escena viviente de la historia del Nacimiento, en la que no falta detalle: desde los trajes hasta los decorados. Más de 500 vestimentas se utilizan cada año para vestir a los vecinos como hebreos, pastores o personajes clave del relato bíblico.
“Aunque somos unos 70 viviendo de continuo, entre censados y familiares, llegamos a involucrar a todo el mundo. Si no es por la participación de todos, esto no saldría adelante. Les pides un cántaro y te lo dejan, una mesa y te la prestan”, recuerda María.
La magia de los Reyes Magos y la sorpresa cada año
Uno de los momentos más esperados del Belén Viviente es la llegada de los Reyes Magos. Su espectacular bajada desde el castillo culmina con una Cabalgata que finaliza en el Portal de Belén, donde los más pequeños disfrutan de la magia y el espíritu de la Navidad. Además, los organizadores se esfuerzan cada año por dar un toque novedoso a la representación.
María pone en valor que “los textos también los vamos modificando ligeramente cada año, aunque están basados en los autos medievales. Siempre hay personajes nuevos y detalles que sorprenden. Incluso los que ya lo han visto, pueden llevarse alguna sorpresa”.
Una tradición que mantiene vivo el pueblo
El Belén Viviente de Torregalindo no solo es un espectáculo navideño, sino una tradición que refuerza la convivencia y mantiene viva la historia del pueblo. Gracias a la implicación de sus vecinos, esta pequeña localidad burgalesa se convierte, cada 5 de enero, en el epicentro de la Navidad en la Ribera.
María de las Viñas lo tiene claro: “Sin el esfuerzo de todo el pueblo, no sería posible”. Una frase que resume el espíritu de esta tradición: el trabajo en equipo, la ilusión compartida y el deseo de que la magia de la Navidad siga viva, generación tras generación.