SOCIO-RELIGIÓN

Carta semanal de Monseñor Jesús Fernández- “Beatificación de las tres Mártires de Astorga”

Escucha y lee aquí la carta de esta semana del obispo de Astorga

Redacción COPE Bierzo

Ponferrada - Publicado el

2 min lectura

Carta semanal de Monseñor Jesús Fernández, obispo de Astorga: "Beatificación de las tres Mártires de Astorga"

"BEATIFICACIÓN DE LAS TRES MÁRTIRES DE ASTORGA"

Queridos hermanos en Cristo:

Los cristianos de la diócesis de Astorga estamos de fiesta; el próximo 29 de mayo serán beatificadas Pilar, Octavia y Olga, tres jóvenes que, en el contexto de una guerra fratricida y ante el dilema de herir o curar, optaron por curar y, en el ejercicio voluntario de esta tarea en el Hospital de Sangre de Somiedo (Asturias), dieron testimonio de fe en Jesucristo hasta las últimas consecuencias.

La beatificación de estas tres mártires constituye un triple acto de justicia. En primer lugar, pone de manifiesto la fuerza de Cristo resucitado por la que el amor ha vencido al odio, el perdón a la venganza, la vida a la muerte. Nuestra Iglesia particular no puede renunciar a glorificar a Dios que ha sido el verdadero vencedor; sin la fuerza de su Espíritu, ningún ser humano puede entregar la vida por amor y amando. Por ello, la beatificación será principalmente un acto de glorificación de Dios.

La santidad es también tarea humana y consiste en vivir en unión con Cristo, asociados a su muerte y resurrección, en una creciente identificación con Él para llegar a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor. Este camino no es uniforme, pero encuentra su máxima expresión en el martirio, la forma perfecta del seguimiento de Jesucristo elegida por Pilar, Octavia y Olga. Por este motivo, la beatificación es también un acto de justicia hacia las tres mártires.

Finalmente, la beatificación es también un acto de justicia y de caridad hacia el pueblo de Dios, necesitado de modelos que estimulen su vida cristiana. Frente a un mundo en el que los proyectos de vida se plantean mayoritariamente desde los intereses personales, nuestras Mártires se pusieron a la escucha de Dios y fueron fieles hasta el fin a su vocación bautismal. No estaban vinculadas a ninguno de los dos bandos que pugnaban en la contienda, en coherencia con el espíritu de imparcialidad de la propia Cruz Roja que acudía allí donde se la llamaba, independientemente de quien controlara aquel lugar. Ellas no empuñaron ningún arma, ni siquiera usaron la palabra para atacar a nadie. Simplemente, movidas por una humana compasión y una virtuosa caridad cristiana, se apuntaron a un voluntariado sanitario aun conociendo los riesgos y peligros que corrían. De este modo, sembraron perdón, reconciliación, paz.

Su testimonio de coherencia y valentía servirá a todos, pero especialmente a los jóvenes, con frecuencia desorientados y perdidos en el contexto de una cultura relativista. La contemplación de tres jóvenes como ellos, llenas de vitalidad, inquietudes e ilusiones, podrá ayudarles a encontrarse con Jesucristo, a asentar su vida en valores firmes, a apostar por una fraternidad abierta, universal y comprometida.

Recibid mi bendición.