Cocinando en el corazón del desastre: Un chef rural palentino reparte 3.000 comidas diarias entre escombros y abrazos

Con otros tres cocineros palentinos y la ayuda de los propios vecinos de Aldaya, Víctor Carranza ha repartido "la primera comida caliente para muchos afectados en la última semana"

Manuel Lobejón

Palencia - Publicado el

5 min lectura

      
      
             
      

Las fuertes inundaciones que azotaron la Comunidad Valenciana  han dejado imágenes devastadoras que han recorrido todos los medios, mostrando comunidades arrasadas y personas luchando por satisfacer sus necesidades más básicas. Sin embargo, en medio de la tragedia, han surgido numerosos gestos de solidaridad. Uno de estos es el esfuerzo de Víctor Carranza, un cocinero palentino que se desplazó hasta Aldaya para repartir comida a los afectados y a los voluntarios que trabajan en el rescate y recuperación.

Desde el pasado lunes, Carranza ha transformado una plaza en la localidad valenciana en un improvisado comedor social. Con su autocaravana, cargada con alimentos donados por los vecinos de Palencia, llegó al corazón de la zona afectada para ofrecer su ayuda a través de la cocina. "Es impactante ver la zona totalmente cambiada, con basura por todas partes y marcas en las paredes que muestran hasta dónde subió el agua", cuenta Carranza, todavía conmovido. La realidad que encontró superó cualquier previsión, y la situación de necesidad se revela más profunda con cada nuevo día de trabajo.

El palentino, conocido como "Rural Chef" en su provincia, es especialista en preparaciones para grandes cantidades de comensales

Con idea de ayudar en lo que pudiera, puso rumbo el lunes con cientos de alimentos recogidos en el bar Bombero y Alimentación El Otero gracias a la colaboración de los palentinos, casi 400 kilos de patatas donadas por "Mauri de Palenzuela", lentejas y otros productos de Palencia. Al llegar al terreno, el cocinero palentino se dio cuenta de la envergadura de la situación. “Aquí lo único que falta ahora es pan, pero tenemos muchísima comida a la que tenemos que dar salida porque podría pudrirse. Tenemos mucho agua y mucha legumbre. La gente no está pasando hambre, el problema que hay es que muchas de las casas no tienen ni agua, ni luz”, explica.

Cocinando esperanza en medio del caos

El cocinero relata que a pesar de la desolación en el entorno, el espíritu de solidaridad es palpable. "Llegamos el martes cuatro personas, pero para el final del día ya éramos una veintena repartiendo comida", explica. Con la ayuda de colaboradores y personas que han querido sumarse, la cifra de raciones servidas crece día a día. “El martes repartimos 1,700 raciones, y al día siguiente alcanzamos las 3,000”, añade Víctor, quien organiza y dirige el trabajo desde primera hora de la mañana.

A las ocho, él y sus compañeros ya están preparando bocadillos para quienes colaboran en las labores de limpieza y rescate. Cuando llega la hora del almuerzo, preparan platos más completos, como guisos o estofados. "Aquí todos aportan algo, desde bomberos hasta vecinos de la zona, que ayudan a preparar y servir los alimentos". La iniciativa ha transformado un espacio desolado en un punto de encuentro y ayuda, donde las personas encuentran un plato caliente y un momento de respiro en medio del caos.

      
      
             
      

Solidaridad a título personal

Víctor cuenta que decidió embarcarse en esta aventura movido por las imágenes que había visto y los recuerdos de una comunidad que conoce desde hace tiempo. “Hace 20 años trabajé aquí, pero ahora no se parece en nada a lo que conocía”. Gracias a la generosidad de sus vecinos en Palencia, pudo recoger cientos de kilos de alimentos, incluyendo patatas y lentejas, que se han convertido en ingredientes principales de sus comidas. Sin embargo, también ha enfrentado dificultades logísticas. “Aquí lo único que falta es pan, pero hay mucha comida que debemos distribuir rápido para evitar que se estropee”.

El relato de Víctor incluye momentos emotivos, cuando vecinos y voluntarios agradecen su labor. La gratitud y las lágrimas de las personas que han perdido todo lo han tocado profundamente. “He abrazado a cientos de personas, desde ancianos hasta niños. Ellos nos dicen lo importante que es poder comer algo caliente después de días de incertidumbre”.

Coordinación y esfuerzo colectivo

Para llevar a cabo esta operación solidaria, Víctor ha contado con el apoyo de instituciones locales. Gracias a la coordinación con el ayuntamiento y Cruz Roja, pudo instalarse en una plaza céntrica, donde organiza el reparto diario. 

      
      
             
      

A pesar de los desafíos, como la falta de acceso a electricidad y agua corriente en algunas zonas, la presencia de organizaciones y voluntarios ha facilitado su tarea. “A veces parece que hemos llegado en una misión imposible, pero todos están aquí para ayudar”, dice.

En su entrevista en COPE Víctor cuenta con cierta sorpresa la capacidad de adaptación que ha visto en la gente. Muchos vecinos, que han perdido parte de sus pertenencias, también se ofrecen a colaborar. En palabras de Víctor: “Aquí hemos venido a dar ayuda, pero ellos también nos ayudan a nosotros; hay una especie de camaradería entre todos”. En cada plato que sirven se percibe el esfuerzo y el apoyo mutuo, transformando la labor de los voluntarios en un ejemplo de solidaridad.

Un ambiente de respeto y pérdida

El paisaje en Aldaya y sus alrededores es impactante. 

Víctor lo describe como un “territorio comanche”, donde la destrucción es omnipresente. Durante el día, las calles están llenas de personas, pero al caer el sol, la zona queda en silencio, como un recordatorio de las tragedias vividas. Víctor recuerda, con voz entrecortada, el horror de quienes han encontrado víctimas mortales en sus hogares o en garajes inundados. “Es un dolor que no tiene comparación, y aun así, muchas de esas personas nos agradecen con un abrazo o una palabra de aliento”.

La situación es particularmente complicada para aquellos que han perdido servicios básicos, como agua y luz. Algunos vecindarios enteros están sin electricidad, y muchos hogares carecen de gas, haciendo imposible cocinar o mantener alimentos frescos. Víctor observa que esto intensifica la importancia de su labor: “Cuando les damos un plato caliente, es como si les devolviéramos la esperanza por un momento”.

Con una emoción evidente, Víctor expresa el sentimiento que le ha dejado esta experiencia. "De verdad, es algo que no se puede describir desde lejos. Hay que estar aquí para ver la fuerza de la gente y la magnitud de lo que estamos viviendo". Pese al cansancio acumulado, no deja de planificar el próximo día de trabajo. "Mañana seguiremos aquí, dando lo mejor que tenemos. Volveremos a Palencia pasado porque tengo cerrado una comida multitudinaria allí, pero mientras estemos aquí, vamos a hacer todo lo que podamos".