Una octogenaria salmantina lleva 16 años en la Universidad Pontificia y no se cansa de aprender

Ana María García: "Todo lo que no he estudiado de jovencita, lo he hecho ya de mayor"

Verónica Martín

Salamanca - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Ana María García nació en la localidad zamorana de Toro, pero llegó a Salamanca con 13 años y desde entonces hace aquí su vida. Embelesa escuchar su experiencia vital. Ha viajado por la India, China, Thailandia, Ceilán o Nepal. Dice que ha subido al monte Shinaí con Tacones, que ha ido a Egipto, Turquía, Grecia y el resto de Europa, además de Méjico, Argentina o Cuba. A sus 80 años, tiene la espinita clavada de no hablar más idiomas que el español, pero sigue intacto su hambre voraz de seguir aprendiendo. Por eso va a la Universidad de la Experiencia en la Pontificia de Salamanca.

Es extrovertida, espontánea y divertida. Dice que su naturaleza rebelde le llevó a dejar los estudios muy temprano, porque prefería diseñar vestidos y coserlos. Ahora ejerce el voluntariado enseñando a otros a coser y patronar. "Yo me meto en todos los charcos, aunque me entrompique y me embrocique, como dicen en Toro"

Ana María no dejó de estudiar por falta de oportunidades, porque sus hermanos si estudiaron sus respectivas carreras, pero ella prefería seguir aprendiendo en la universidad de la vida. Pero al cumplir 25 años, justo cuando falleció su madre, decidió estudiar una oposición. "Todo lo que no he estudiado de jovencita lo he hecho ya de mayor", reflexiona.

Ahora acude a clase con la ilusión de seguir aprendiendo aspectos de áreas como la psicología, historia, o arte y patrimonio que son sus materias preferidas.

El programa interuniversitario de la experiencia le ha dejado nuevas relaciones sociales. Lleva 16 años acudiendo al edificio histórico de la Universidad Pontificia de Salamanca dos veces por semana, donde tres años después de matricularse por primera vez se graduó. Sin embargo, continúa escuchando interesantes conferencias y clases magistrales de investigadores y profesores de todas las ciencias. Le "apasiona y admira oírles hablar sobre hallazgos tan interesantes".

También valora la convivencia con estudiantes de su edad, así como la que surge entre otros más jóvenes. De ellos "celebra su alegría y le sorprende las voces altisonantes que dejan a su paso, sobretodo en los primeros días de clase". Cuando transmite su experiencia y surge esa convivencia intergeneracional, dice: "No han cambiado tanto las cosas, antes todo era igual que ahora, pero sin teléfono móvil".

Ana María es coqueta hasta la médula, porque cada día elige a conciencia "el atuendo y los complementos para ir a clase arregladita". Este pequeño detalle también acentúa y contagia las ganas de vivir, de ser y estar, de una mujer que es fuente de inspiración para otras personas de su edad. Pero también para quienes siendo algo más jóvenes, queremos seguir su ejemplo, viviendo el camino de la vida simplemente aprendiendo.

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