La reflexión de una auxiliar de enfermería segoviana sobre las residencias de personas mayores

Residencia mayores

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Maribel Solana es una auxiliar de enfermería que desarrolla su trabajo en el seno de la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León. Desde su experiencia, emite una reflexión sobre la labor que los profesionales llevan a cabo junto a las personas mayores que viven en las residencias de personas mayores. Una reflexión que incluye la variable de la muerte que afrontan estos internos. Este es su relato íntegro:

Me sorprende tanta preocupación de cómo es el final de nuestros mayores, acabamos de descubrir que tenemos una población envejecida y que tarde o temprano nos dejará. No estamos preparados para asumir la muerte y la dureza de una emergencia sanitaria, No éramos conscientes, ni somos, de que en las residencias se fallece, y nadie se había dado cuenta de como sucede este hecho, acompañados de profesionales.

Cuando hablamos de la vejez pensamos en los viajes, en la vejez activa, tiempo para realizar proyectos que antes no se pudieron llevar a cabo, tiempo de paseo, de ocio, etc, es lo que socialmente queremos ver. Paso a paso y sin darnos cuenta el tiempo hace mella, en nuestro cuerpo y nuestra mente, aparece un deterioro propio de la edad, nos visita la enfermedad, en muchas ocasiones para quedarse, convirtiéndonos en pacientes crónicos que nos convierte en grupo de población vulnerable.

El primer paso es asumir que nuestro mayor necesita ayuda para las actividades de la vida diaria, comienza el periplo de lo que puede ser la dependencia. Se pasa por diferentes fases en ocasiones difíciles de aceptar, ayuda de la familia, ayuda externa, con servicio de ayuda a domicilio, centros de día para finalmente optar por la residencia.

En el cuidado de los mayores pasamos por diferentes fases: apoyo de la familia; el servicio de ayuda a domicilio, que es el apoyo para realizar las actividades de la vida diaria, aseo e higiene, nutrición, control de medicación, promoción de hábitos saludables etc.. Ante el COVID- 19, son las trabajadoras de este servicio las que están ahí para ayudarles a llevar el confinamiento, vigilando su salud, en muchas ocasiones es el único contacto que tienen con el exterior, debido a que la emergencia sanitaria impide que su familia se pueda ocupar de ellos, visitarles, (ejemplo por vivir en ciudades diferentes, etc)

Centros de día, nadie se acuerda de sus trabajadoras, pero son un servicio esencial, a pesar de que estos centros están cerrados en la actualidad, ellas siguen trabajando, han pasado a prestar sus servicios en residencias tanto públicas como privadas, demostrando su profesionalidad. Espero que su esfuerzo y buen hacer sea recompensado.

Residencias, el lugar donde algunos de nuestros mayores pasan los últimos años, meses o días de su vida, su última morada, porque su casa la dejaron atrás para ocupar una habitación en una residencia. Son atendidos por personal de atención directa y resto de profesionales, (cocineras, personal de lavandería y limpieza, de mantenimiento etc ), pero el COVID-19 nos ha dado a todos la categoría de servicios esenciales.

El COVID-19, nos ha hecho ver que en las residencias se muere, pero hoy y hace un año, y se seguirá muriendo, ese es el ciclo de la vida. Antes del COVID-19 había muy pocas familias que pidieran quedarse en los últimos momentos con su ser querido. Lo habitual es que sean conocedores de su estado de salud, les visitan y es cierto, no tienen permiso en su trabajo por enfermedad grave, salvo que sea ingresado en el hospital. Con lo cual le acompañan en la medida de sus posibilidades, y un día reciben la llamada de la Residencia para comunicar el fallecimiento de su familiar. ¿Por qué no se hablaba antes de esto?, la muerte nos asusta y queremos eludirla, si no se la menciona no existe, tardará más en alcanzarnos. Lo mismo ocurre con la vejez.

Y el gran pendiente, de grado III, con deterioro cognitivo, con patologías crónicas que no puede jugar a las cartas, ni acudir a actividades, al que hay que asearle, alimentarle, darle su medicación, estar pendiente de los signos y síntomas para comunicárselo a la enfermera, al médico, estos residentes son invisibles, estos mayores necesitan asistencia sanitaria, y la emergencia sanitaria lo ha puesto de manifiesto, algo que los profesionales de las residencias veníamos reivindicando desde hace mucho tiempo. De grado III, es la mayor parte de los usuarios de residencias, donde los modelos de gestión centrados en la persona, como el caso de la Junta de CyL, con el proyecto “en mi casa”, los hacen invisibles.

Soy trabajadora de una residencia, da lo mismo quien la gestione, sea pública o privada, sé cómo es el día de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y tantas y tantas festividades a lo largo del año. Esos días, nuestros mayores en su inmensa mayoría reciben una visita, un regalo y siguen en la residencia, también tengo que decir que hay familias que se los llevan de vacaciones para compartir el espíritu festivo, pero son tan pocos que no se debe modificar los cuadrantes del personal porque se haya reducido la carga de trabajo, al contrario, para los que no tienen esa suerte se intenta dar un aire festivo, para que la situación sea más confortable y sientan menos nostalgia de tiempos pasados

En estos días escucho, leo mensajes de que nuestros mayores están muriendo solos, ¿Por qué a nadie le preocupaba este tema hace un año? ¿Nadie se ha preguntado quien gestiona las residencias, cuáles son las condiciones laborales de sus trabajadores, cual es la ratio de personal?¿Sabemos que las residencias privadas están gestionadas por grandes empresas, que tienen que obtener beneficios? El art. 50 de la Constitución dice: “los poderes públicos garantizarán…Así mismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.

¿Se ha olvidado los problemas específicos de salud?, y lamentablemente ha tenido que venir el COVID-19 para ponerlo en evidencia. El COVID-19, nos plantea un nuevo escenario. ¿Nadie piensa en esa hija, en ese hijo, que se ha visto obligado por razones de salud de su ser querido, o para cumplir con lo pautado por las normas sanitarias, que no puede visitarle o no ha podido despedirse? Es muy doloroso, pero estamos ante una pandemia, por si a alguien no le ha quedado claro. Ha cambiado la despedida y el inicio del duelo.

El COVID-19,ha puesto de manifiesto que nos necesitamos, que tenemos que olvidar el individualismo, somos seres sociales y unidos somos más fuertes, y podemos afrontar mejor estos momentos tan dolorosos. A esas familias que no pueden estar con sus mayores les digo que siempre hay un profesional que está dando lo mejor de sí mismo, para proporcionar el confort a las personas que atiende, porque de una manera u otra, también somos familiares de personas que necesitan cuidados, y realizamos nuestra tarea con dedicación y humanidad, porque otro profesional está cuidando de nuestros mayores cuando nosotros no podemos hacerlo.

Todos vamos a necesitar ayuda para superar todo esto, y ahí estarán los psicólogos que van a tener una ardua tarea para ayudarnos a asumir todo lo que está ocurriendo.

Unidos lo conseguiremos.