ORGULLOSOS DE NUESTROS CATEQUISTAS

Ser catequista es una vocación y un servicio necesario

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Así de sencillo. «Tenemos que estar orgullosos y satisfechos de nuestros catequistas» ha sido el mensaje que nos ha dejado Fernando Mateo, el responsable de catequesis de la diócesis, a su paso por El Espejo. Frase que, desde luego, hacemos nuestra en este programa de radio.

¿Por qué hablar de catequesis? Porque, aunque poco a poco y con todas las precauciones necesarias, las parroquias de Segovia están volviendo a la normalidad al retomar los sacramentos de iniciación propios de estas fechas: primeras comuniones y confirmaciones. Y detrás de estos días tan especiales en que niños, jóvenes y adultos reciben al Señor y al Espíritu Santo, hay personas que han dado su tiempo, sus conocimientos y sobre todo su cariño para que el itinerario marcado, con pandemia o sin ella, llegue a buen fin.

Fernando nos da cuenta de todos los problemas que el curso pasado y este ha provocado la pandemia de la COVID: suspensión de encuentros presenciales, alteración de la programación, parroquias cerradas. Pero gracias al esfuerzo de todos, también de los padres, se ha podido salir adelante con catequesis familiares, grupos más reducidos, tardes que se estiran para aprovechar mejor el tiempo, medidas de limpieza, medios digitales, etc.

Esfuerzo que también ha tenido que realizar Isabel, que lleva más de 20 años siendo catequista en Cantimpalos. Nos cuenta Isabel su experiencia y nos asegura que para ella ejercer esta labor en la Iglesia es parte de la misión que tenemos todos por el simple hecho de ser cristianos. Tenemos que llevar el mensaje de Jesús a los demás y más en estos tiempos en los que su presencia en las escuelas y las familias está más difuminada que antes.

El Papa Francisco ha sacado a la luz el documento «Antiquum ministerium» en el que instituye formalmente el ministerio de catequista. Fernando Mateo nos explica que ministerios no son más que los servicios que los bautizados prestan a la Iglesia. El ser catequista lo es. Y además es una vocación que viene del Espíritu. Es bueno que la Iglesia, de esta forma, respalde formalmente la labor de tantas personas, laicos mayoritariamente, que sostienen la transmisión de la fe con esta labor.

En la sección de El Laico ante el Espejo, David nos habla de la labor social de las cofradías, que se ha puesto de manifiesto con la pandemia. Las cofradías de Semana Santa de la ciudad, especialmente, han sabido dar un giro muy interesante hacia lo social y solidario partiendo de su propia devoción. Han demostrado ser cristianos comprometidos, demostrando gran sensibilidad ante la realidad. ¿No podríamos pedir lo mismo a las cofradías y hermandades de nuestros pueblos? ¿No podríamos plantearnos una implicación más explícita en la realidad social de hoy, yendo más allá de lo festivo y devocional? Las cofradías forman un tejido social muy amplio en el mundo rural y podrían ayudar de muchas maneras en la España vaciada dinamizando el campo y atendiendo los mil problemas que van a aparecer con la crisis económica. Los días que vivimos nos están pidiendo algo así. Eso de la iglesia en salida no es sólo cosa del Papa, también puede serlo de nuestra propia cofradía.

Pensemos en la Virgen María o en el santo de nuestra devoción. ¿No se preocuparon ellos de los problemas de su tiempo? ¿No los tenemos como modelos? Si resulta que ahora no podemos sacar sus imágenes a la calle para que otorguen sus favores al pueblo, ¿por qué no ocupamos nosotros su lugar?