CAMINO DE ESPERANZA PARA LOS MAYORES
Cáritas afianza su trabajo con las personas mayores para paliar su soledad y hacerles sentir integrados en la comunidad
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La vacuna se presenta como la única, o la mayor, esperanza para poner fin a la pandemia de la Covid-19 y recuperar, dentro de lo que sea posible, la tan ansiada normalidad previa a marzo de 2020. Pero, en países como el nuestro, el ritmo de vacunación para lograr la llamada “inmunidad de rebaño” está siendo más lento de lo esperado. El Gobierno muestra su esperanza de llegar al 70% de personas vacunadas a finales de verano, los virólogos no parecen muy convencidos.
Entre tanto, nos inundan las informaciones contradictorias y alarmantes sobre la efectividad de la vacuna de uno u otro laboratorio. Nos saturan los debates de políticos que encubren sus enfrentamientos personales con la preocupación por la situación sanitaria. Nos golpean, una tras otra, las olas de contagios y fallecimientos. Hablamos de fatiga pandémica, de los problemas de salud mental que están y quedan por venir… Pero no hay que olvidar que tras las cifras hay familias, hay personas. Ante la incertidumbre y la oscuridad, dejemos que la luz de la Pascua y la esperanza de la vacunación nos iluminen a todos.
Entre la población con mayor esperanza se encuentran nuestros mayores, quienes tanto han sufrido con esta pandemia y quienes antes están recibiendo la tan ansiada inmunidad. Cada año, dentro de su programa de mayores, Cáritas les dedica una semana especial, aunque este año no va a ser posible realizar todas las actividades propuestas, que se han pospuesto para cuando la situación lo permita.
Así lo detalla Begoña Tardón, responsable del programa de mayores de Cáritas Diocesana de Segovia. Ella revela que, como en tantos otros lugares, la atención a las personas mayores ha cambiado desde la organización. Gracias a que algunos usuarios lo han solicitado, han retomado alguna actividad presencial, manteniendo siempre los requerimientos higiénico-sanitarios contra la Covid. Además, como el objetivo principal de este programa es paliar la soledad, los voluntarios -previo aviso- también acuden a los hogares de los mayores que así lo desean, compartiendo momentos enriquecedores para ambas partes.
Pero no solo eso, para todos aquellos que se manejan con las nuevas tecnologías, se ha creado un grupo de Whatsapp en el que compartir sus inquietudes y mantener el contacto con compañeros y voluntarios.
Otra manera de seguir teniendo contacto con los demás es a través del proyecto «La Banasta», una revista cuyo primer número vio la luz a principios de este año y que está elaborada por y para los mayores. Todos pueden encontrar en ella su espacio, un rincón donde darse a conocer pero también donde entretenerse con crucigramas y adivinanzas, cocinar con las recetas propuestas o dedicar un ratito a la oración. En definitiva, un proyecto integrador para fomentar la participación y hacer sentir a los abuelos que forman parte de una gran comunidad.
Una comunidad sensible, como lo son los jóvenes del instituto María Moliner que colaboran con el intercambio intergeneracional a través de cartas. Más de un centenar de mayores del programa de Cáritas Diocesana y de las residencias de el Sotillo y el Alamillo han participado de esta iniciativa en la que han escrito sus cartas a los jóvenes de 4º de ESO y 1º de FP de Informática y Electricidad del Instituto.
A través de ellas les han contado cómo han vivido este año de pandemia y qué les empuja a seguir adelante. Ahora, es el turno de los jóvenes, quienes trasladan a los mayores ese mensaje de esperanza tan necesario para todos porque, ante la incertidumbre, la luz del trabajo en común por superar los problemas siempre será más potente.