CUARESMA CON ALMA SAMARITANA

La madre Olga vive la Cuaresma con el carisma samaritano de la alegría, viendo este periodo con una mirada positiva, dejando al lado las connotaciones negativas, en definitiva, com

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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«La Iglesia no quiere que esté a su nombre nada que no sea suyo». Así de contundente se mostraba Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal Española ante la controversia surgida, una vez más, en torno a las inmatriculaciones. Y es que el Consejo de Ministros acaba de hacer público el informe sobre las inmatriculaciones de la Iglesia a nivel nacional. En él se refleja que después de cada inmatriculación existen dos años para que personas con mejor derecho u otras instituciones puedan reclamar la titularidad de estos bienes por eso, la Iglesia siempre ha estado, está y estará dispuesta a hacer las revisiones pertinentes.

Con la publicación de este informe, queda acreditada y reconocida la legalidad seguida por la Iglesia en las inmatriculaciones de unos bienes que, como recordaba don Luis Argüello, «están al servicio del bien común a través de las actividades propias de la comunidad cristiana», por lo que sigue siendo imprescindible la colaboración entre la Iglesia, la sociedad y las administraciones públicas.

Un tema candente en torno a la labor institucional de la Iglesia que surge en el inicio del tiempo litúrgico de Cuaresma, un tiempo de preparación para la pasión, muerte y resurrección del Señor. Un camino de reflexión en el que, como cada año, estamos llamados a participar cumpliendo con los preceptos de ayuno y abstinencia, pero también con la oración, la limosna y la caridad. Conceptos todos ellos que tenemos en nuestra mente y de los que hablamos en este programa con la madre Olga María del Redentor, superiora general de las Carmelitas Samaritanas del Sagrado Corazón de Jesús.

La madre Olga vive la Cuaresma con el carisma samaritano de la alegría, viendo este periodo con una mirada positiva, dejando al lado las connotaciones negativas, en definitiva, como «un regalo». La gratitud ha de estar siempre presente en este camino cuaresmal en el que, igual que nos dicen los GPS cuando nos desviamos del trazado, tenemos que redireccionar nuestra ruta. Un camino en el que la misericordia de Dios nos ayuda a allanar los baches para circular por carreteras sin obstáculos.

Lógicamente, la hermana nos recuerda que tanto el ayuno como la abstinencia propias de estos días son preceptos que hay que obedecer. Sin embargo, también nos invita a reflejar un ayuno interior de otros aspectos negativos como el exceso de amor propio, la soberbia o el orgullo. Especialmente en esta Cuaresma marcada una vez más por la pandemia, hay que ayunar de recelos, miedos y derrotismo, «dándonos un empacho de confianza en Dios». Como ella subraya, no es cuestión de ser optimistas, sino realistas sabiendo que el Padre va a guiar nuestro camino.

Abstenerse también de la amargura es importante, valorando en cada momento lo que tenemos y lo que teníamos, dándonos cuenta de que las pequeñas cosas son las que nos ayudan a ser quienes somos.

Todo ello conforma una visión positiva y hay que entender la Cuaresma como un regalo, porque lo que el Señor nos dice es «venid a mí». Y solo caminando sin miedos, sin soberbias, sin amargura, con confianza y alegría, redireccionaremos nuestro camino para prepara nuestro corazón y transcurrir por una carretera sin baches hacia la Pascua de Resurrección.