¿PARA QUIÉN SOY YO?

Para, pregunta, reflexiona, pregunta… ¿sabes cuál es tu misión en este mundo? Todos estamos llamados a ser para algo, y para alguien.

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IGLESIA NOTICIA EN SEGOVIA 25 04 21

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los obispos españoles se han reunido en Asamblea Plenaria del 19 al 23 de abril con el objetivo de fijar la línea pastoral de los próximos cinco años. Un encuentro que comenzó con las palabras del cardenal Juan José Omella, poniéndonos ante el espejo la realidad que vivimos a causa de la pandemia: la de un país con una creciente desigualdad social que cada vez afecta a más ciudadanos. Por ello, la Iglesia hará una vez más lo que esté en su mano para promover las ayudas y reformas necesarias para paliar esta situación. Reformas que han de comenzar a título individual, porque ya sabemos que no hay cambio social sin transformación personal previa.

Debemos recordar que este virus, y sus consecuencias, no pueden ser combatidos de forma aislada. Aunque haya quien piense que todo será igual cuando pase la pandemia, lo cierto es que nos encontraremos con un mundo lleno de heridas que no cicatrizarán tan rápido. Por eso, como nos recuerda el presidente de la CEE, ahora es momento de sumar, de trabajar para el bien común y aceptar el diálogo como el único camino para avanzar y salir de este gran bache de la mejor manera posible: unidos.

La Iglesia demuestra de esta forma que no es una institución alejada de la realidad social en la que está inmersa, por lo que su labor sigue siendo la de estar al lado del que lo necesita. Pero también la Iglesia necesita de la sociedad, porque ha de nutrirse de vocaciones que, hoy en día, escasean y no se presentan como una opción principal de futuro entre las que barajan los jóvenes en su vida.

En el contexto de la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Vocaciones Nativas, hablamos con la Hna. Mari Cruz, maestra de novicias de las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia, con presencia en nuestra Diócesis. Ella responde a la pregunta que todos nos deberíamos plantear y que es lema de esta jornada de oración, «¿para quién soy yo?». Y asegura que ella concibe la vida como la recibió, gratuitamente, por lo que es para los demás, para vivir una existencia de entrega al Señor y a quien esté a su alrededor.

La hermana nos invita a mirar nuestra propia existencia respondiendo a esa pregunta tan sugerente. Y es que, desde niños, falta una cultura vocacional que podría fomentarse y animarse, entendiendo que no toda vocación ha de ser a una vida consagrada. Una vida a la que acceden pocos jóvenes pero, los que lo hacen, son llamados por la alegría de testimonios previos y la inquietud por tener una vida coherente.

Aunque el panorama no resulta muy alentador por las dificultades del panorama social, la disminución progresiva en el número de hijos por familia y la situación personal de los individuos, la hermana Mari Cruz muestra su esperanza y optimismo en que la llamada a los jóvenes va siendo respondida poco a poco. Porque en este desierto vocacional, el Espíritu sigue soplando y hay quien se deja inundar por él.

Finalmente, Mari Cruz nos anima a perseverar en nuestras oraciones porque hemos de ser conscientes de que es necesario que el dueño de la mies envíe más obreros. Y, el Señor, sabedor de que vivimos en un mundo de ovejas sin pastor, nunca va a dejar solo a su rebaño.

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