La Virgen del Henar, entre su pueblo

Tercer fin de semana consecutivo en el que la Virgen del Henar se hace romera para recorrer los pueblos que la reconocen como patrona. Cozuelos de Fuentidueña, Adrados, Frumales, Lastras de Cuéllar, Hontalbilla; Moraleja, Perosillo, Membibre de la Hoz, Vegafría y Olombrada son las localidades que el fin de semana pasado, último de marzo, se han echado a la calle para recibirla.

La acogida, lo decíamos en anteriores crónicas, está sorprendiendo por lo intenso y multitudinario. De nuevo, las expresiones folklóricas de mérito (las capas centenarias de Adrados y Cozuelos; los danzantes de Hontalbilla; los trajes de Olombrada, los pórticos enramados de muchos templos…) se mezclan con las manifestaciones de emoción y devoción sencilla. Muchos mayores recuerdan la última visita de la Virgen, hace ahora medio siglo, con motivo de la coronación canónica y la misión popular que entonces se desplegó por estos mismos pueblos. En algún caso, se han llegado a sacar las pancartas que entonces se lucieron. Y es que 50 años pasan pronto…

Toda esta religiosidad popular está muy bien y, al promoverla, se pretende también que sea la base para otro acercamiento más profundo a lo sagrado: este es el deseo y la intención de la Iglesia de Segovia al organizar estos actos. Las iglesias llenas de ahora deben de ser un acicate pastoral que deje poso en la vida de las comunidades. El rector del santuario, que también participa en el alarde popular —arrancándose el domingo a cantar el fandango de Olombrada entre el regocijo general— vuelve a ponerse serio cuando afirma que «el fin que alienta esta peregrinación y el propio año jubilar es llevar consuelo y esperanza a las casas de la gente y, a través del ejemplo de la Madre, invitarlos a convertir los corazones. La Madre peregrina y se hace cercana para manifestar la cercanía de Dios».

Quienes también se acercaron el sábado 26 de marzo al santuario el Henar fueron los catequistas de la diócesis que celebraron un encuentro de trabajo acompañados por el obispo. Éste, por cierto, bendijo la imagen antes de su partida hacia Lastras, sumándose así, en cierta forma, a su periplo. En el encuentro, se profundizó en cómo descubrir a Jesús desde las catequesis que se imparten a niños y jóvenes. No basta con hablar de Jesús. Hay que provocar el encuentro con Él: la comunión con Él es la que nos conducirá al Padre. Y, para llevarnos a Jesús, ¿quién mejor que su Madre?