LA VOCACIÓN DEL CELEBRADOR DE LA PALABRA
Laura García "Debemos siempre mantener nuestra esperanza intacta"
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Iniciamos el programa de hoy y el Tiempo de Adviento con el primero de los cuatro domingos que nos sirven de preparación espiritual para el nacimiento de Jesucristo. Y lo hacemos, como dice nuestro obispo y pastor don César en su comentario evangélico de hoy, con una llamada a la esperanza. Precisamente eso, la esperanza, fue lo que no perdieron José y María cuando buscaban un lugar donde hospedarse y se encontraban las puertas cerradas de las posadas de Belén.
A pesar de los inconvenientes, la luz se hizo paso entre la oscuridad. Por eso, debemos siempre mantener nuestra esperanza intacta porque, aunque se nos pongan por delante los obstáculos más insalvables, aunque creamos que las fuerzas nos fallan, aunque nos parezca que hasta el más mínimo ser microscópico paraliza nuestras vidas, siempre hay una luz que nos espera para iluminar nuestro camino. Encendamos la primera vela, que su luz alumbre nuestra esperanza. Comencemos a preparar nuestro corazón para el Niño Dios que está por nacer.
En el espacio de entrevista, hoy hemos dado voz a los celebradores de la Palabra. Más concretamente a María Ángeles Sanz Velasco, quien, para aquellos que andan despistados o no conocen lo que es, explica que las Celebraciones de la Palabra no son otra cosa que asambleas cristianas reunidas para celebrar un acto litúrgico cuyo elemento fundamental es la Palabra de Dios, la lectura del Evangelio.
Propiamente, el rito de la Celebración de la Palabra comienza en nombre de la Trinidad, tras lo que tiene lugar el acto penitencial. A continuación, una oración conjunta prepara a toda la comunidad reunida para la posterior lectura de la Palabra, -habitualmente se leen las lecturas del domingo, aunque pueden ser sustituidas por otras que parezcan más apropiadas para el día-. Finalmente, tiene lugar un comentario del texto leído o unos momentos de silencio en los que interiorizar lo escuchado.
Mª Ángeles fue la primera mujer celebradora de la Palabra en nuestra Diócesis, es la más veterana y también consagrada. Con ese bagaje a sus espaldas, comenta que desde 1973 hasta nuestros días ha cambiado todo, también la forma de celebrar la Palabra. Al principio, los fieles se extrañaban de ver a una mujer dar la comunión (el Obispo de Segovia D. Antonio Palenzuela se lo permitió), pero poco a poco se fueron acostumbrando. Entonces, se hacía una visita al Santísimo, se rezaba un rosario o una novena. Ahora, la esencia de las celebraciones no ha cambiado demasiado, pero Mª Ángeles deja claro que lo principal es discernir que una celebración de la Palabra no es lo mismo que una Eucaristía.
Ella pertenece al Arciprestazgo Ayllón-Riaza, donde allá por los años 80 se reunían mensualmente aquellos celebrantes de la zona para recibir su formación sobre la Eucaristía, el domingo, la Sagrada Escritura… Algo que, según considera, sirvió para ayudar a sensibilizar a los seglares de la importancia de una mayor
participación en las labores de la Iglesia. Ahora, esa formación ha pasado a ser diocesana, desde que en 2018 viera la luz un directorio común. Así, a principio de curso suelen tener una reunión conjunta tras la que también se van sucediendo distintos encuentros de formación zonal a lo largo del mismo.
¿Son las Celebraciones de la Palabra una solución a largo plazo? Mª Ángeles cree que, igual que se han producido las uniones parroquiales, y debido a la cada vez mayor escasez de sacerdotes, uno de los retos a futuro es la agrupación de celebradores con sacerdotes para llevar las Escrituras a todos los rincones de la provincia. Sin olvidar que ser celebrador también es una vocación, que «desde la sencillez y la humildad, te cambia la vida», como reconoce Mª Ángeles Sanz Velasco.