La música en el centro de la Catedral

En la catedral segoviana se localizan numerosos elementos musicales en los diferentes espacios

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las representaciones musicales dentro del espacio de la Catedral de Segovia dan muestra del importante papel de la música a lo largo de la historia y, en concreto, del cristianismo. La iglesia desde su fundación por Cristo puso en el centro a la música, dotándola de un papel de transmisión del mensaje cristiano y del Evangelio además de servir como alabanza a Dios y de la belleza divina a través de este lenguaje universal.

El beneficio inmenso de la música dentro de la práctica religiosa se consolidó mediante su unión a la acción litúrgica y con la inclusión de elementos de la iconografía musical en los templos. Iglesias, conventos o monasterios introdujeron el canto sagrado y novedades instrumentales aunque destacaron las catedrales como principales focos de desarrollo donde se crea y reproduce la música de forma casi ininterrumpida.

La Catedral de Segovia es uno de los muchos ejemplos de catedrales donde el desarrollo de la música ha sido fundamental y activo a lo largo de los siglos, dejando una rica herencia que ahora se puede disfrutar e investigar.

Tanto en la antigua catedral de Santa María, que se ubicaba frente al Alcázar, como en la actual, la vida musical ha tenido un gran protagonismo a través de la creación de cuantiosas obras realizadas por compositores importantes, con la institución de espacios para la interpretación y la representación musical en la arquitectura y obras de arte.

Como base de todo el conocimiento musical es fundamental mencionar el Archivo de la Catedral de Segovia que lleva recopilando desde 1120 toda la vida civil y eclesiástica de la ciudad, y en cierta medida, de España. Esto lo convierte en una buena muestra documental de las obras musicales y de los cargos instituidos para el ejercicio de la música en su interior como los maestros de capilla, máxima autoridad artística musical, organistas, mozos de coro, afinadores y un largo etcétera.

Pero la música estaba en el centro de las catedrales de una forma literal. Para el culto divino, ya en la antigua catedral Santa María se levantó un coro con sillería, un total de 117 sillas o asientos de madera, y órganos principales mandados a construir por el rey Enrique IV de Castilla. Bien es cierto que la primera referencia a estos instrumentos en el templo data de mucho antes, de 1322, aunque de menor tamaño y entidad.

El coro en las catedrales españolas, al contrario de lo que sucedía en el resto de Europa, comenzó a ubicarse a partir del Renacimiento en la nave central, separado del Altar Mayor, y fueron destacando en la arquitectura interior por la rica ornamentación y elementos artísticos.

Una vez construida la nueva Catedral de Nuestra Señora de la Asunción al Cielo y de San Frutos (1525-1768), se dejó un espacio principal al coro en el centro del templo, en concreto, en el tercer y cuarto tramo de la nave central, separado de la capilla Mayor a través de la Vía Sacra. La sillería gótica del coro de la antigua catedral fue aprovechada y trasladada hasta la actual al igual que toda la documentación del Archivo junto con el numeroso patrimonio musical que atesoraba.

Dentro de la iconografía musical destacan los grandes instrumentos de las catedrales, los órganos. Estos tuvieron un importante apogeo durante el barroco a nivel técnico y artístico que también influyó en la profusa decoración al destacarse por los ricos elementos ornamentales.

Los órganos del Evangelio y de la Epístola de la Catedral de Segovia datan de esta época, concretamente realizados en el siglo XVIII por una de las familias de organeros más importantes, Los Echevarría. Ambos instrumentos situados en el coro siguen realizando su función principal, acompañamiento en misas y solemnidades pero también acogen conciertos durante todo el año, especialmente el órgano del Evangelio tras su reciente restauración integral.

En total, en el conjunto del templo se pueden encontrar 287 elementos de iconografía musical distribuidos en pinturas, frescos, esculturas, tapices, vidrieras o relieves en madera y piedra.

Respecto al Archivo de la catedral segoviana el tesoro musical que guarda en sus fondos es reseñable y objeto de investigación. En cifras globales, destacan 82 cantorales datados entre los siglos XVI y XIX, cerca de 5.400 partituras de numerosos compositores desde el s. XVII hasta la actualidad, entre ellos, Miguel de Irizar, Jerónimo de Carrión o Francisco Correa de Arauxo.

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