“No mentimos”, la carta de un agente de Policía que vivió lo ocurrido en Las Viudas
El agente se encontraba de servicio cuando oyó una llamada de “apoyo urgente” para acudir a la barriada donde en Nochevieja se registraron disparos al aire
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"La madrugada del pasado día 30 de diciembre en Valladolid trabajaba en el turno de noche, en la unidad a la que pertenezco. En Valladolid se trabaja en conjunto Policía Municipal y Policía Nacional durante el turno de noche.
Hacia las 00:30 horas, hora aproximada, se escuchó por la emisora de los vehículos patrulla que se comisionaba a una dotación policial al barrio de Las Viudas, concretamente a la calle Segura, por unos ruidos de música y petardos. Concretamente no podría precisar el texto íntegro del aviso, pues eso solamente lo escucha quien recibe la llamada en la sala conjunta.
Minutos después de que se produjese el citado aviso, se escuchaba por esa misma emisora una llamada de “apoyo” al citado lugar al que respondimos varios coches, conocedores de la problemática en esa conflictiva barriada. Solo apenas unos instantes después se vuelve a repetir la llamada de “apoyo” de esa dotación policial, salvo que esta vez suena muy distinta. El compañero que solicita esa ayuda lo hace matizando que es “apoyo urgente. Apoyo urgente”.
Cuando un policía escucha el aviso de auxilio por parte de otros compañeros sabe que algo grave está sucediendo, sabe que los minutos que transcurren son angustiosos para los compañeros que demandan ayuda y tus pulsaciones se disparan intentado volar con un coche patrulla, a tumba abierta, para poder auxiliar a tus hermanos. Esto solo lo comprende quien patrulla las calles con un chaleco antibalas pegado al cuerpo.
Cuando llegamos al interior del barrio de Las Viudas, concretamente en la llamada Plaza de Jaramiel, lo que presencias es que varios de tus compañeros están siendo increpados y hostigados por un numeroso grupo de personas. Da igual su condición, raza o sexo, pero en el caso concreto estamos hablando de una barriada conflictiva por ser el foco de clanes de etnia gitana con antecedentes policiales por diversos delitos. Todos ellos viejos conocidos de los policías que patrullamos esas calles.
Durante aproximadamente unos veinte minutos los diez policías que nos encontrábamos de servicio esa noche, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Policía Local, soportamos la presión de ese numeroso grupo de personas que crearon un cerco a nuestro alrededor. ¿Cuántos eran? ¿Qué intenciones tenían? Cada uno que saque sus propias conclusiones.
No sé si eran 100, 200 o 300. No tenía en esos momentos tiempo para contar cuántos eran exactamente. Estaba más preocupado por cómo afrontaríamos la intervención sin riesgo para nadie.
No sé si todos eran delincuentes. Estaba demasiado ocupado en vigilar mi espalda y la de mis compañeros ya que allí tienen armas y te pueden disparar desde una ventana sin verlo venir, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Tampoco sé qué intenciones tenían. Lo que sí sabemos los policías es que se trata de un grupo líder, compuesto por una conflictiva familia conocida como “el Clan de los Píos” y que tienen atemorizado al resto del vecindario, que se enfrentaron a los efectivos, arengaron a los vecinos contra la Policía, que provocaron continuamente a los policías que allí estábamos y que vivimos una situación preocupante, cuando menos, que solo salió bien gracias a la astucia, la prudencia y profesionalidad del mando coordinador de los efectivos de Policía que con nosotros estaba y que, a la visto de la complicada situación y de cómo podía haber terminado, tomó la sabia determinación de retirar a las dotaciones del lugar. Pues en mente de todos estaba que allí se podría haber montado la de San Quintín. Ancianos, mujeres y niños de corta edad... Imaginen ustedes cómo podría haber acabado aquello.
Ahora les dirán que eso no existió, que no había más de 200 personas, que no figuran informes. Informes que, por otra parte, no se pudieron realizar, ya que de haber intentado identificar a alguien se habría provocado un incidente de orden público de quién sabe qué magnitud. Pero lo cierto es que sí se produjo, sí están las grabaciones angustiosas de los compañeros solicitando auxilio. Sí existen unos vídeos que han alarmado a la población divulgados en redes sociales por los propios autores materiales de los disparos y eso es contra lo que hay que luchar. No contra quienes salimos todos los días a hacer un cada vez más difícil y peligroso trabajo.
Algunos políticas les dirán que allí no hubo nada más que una llamada por ruidos, se envió a un “ZETA” al lugar y no había problemas. ¿Por qué entonces se tomó la determinación de enviar allí más efectivos?
Va a haber más mentiras, sí. Seguramente, muchas más. Pero no vendrán por parte de la Policía.
Nosotros hemos denunciado ya en multitud de ocasiones la inseguridad creciente que se está produciendo en determinados barrios de la capital y que se necesitan más medios, más efectivos y un mayor compromiso político y social para luchar contra esto con garantías.
Pero no linchen a la Policía, no busquen cabezas de turco. No intenten salvar su pellejo a costa de los que nos lo jugamos a diario, tanto policías locales como nacionales. No intenten enfrentarnos ni poner a la sociedad en nuestra contra porque no lo van a lograr.
Nosotros seguiremos saliendo cada día a las calles para hacer el trabajo por el que se nos paga y para la sociedad que deposita la confianza en nosotros para sentirse seguros. Pero déjennos hacer nuestro trabajo.
No mientan y no manipulen.
Un policía."