Ribadelago: La tragedia que marcó a Zamora y su homenaje en el nuevo Museo de la Memoria

La madrugada del 9 de enero de 1959, Ribadelago, una pequeña localidad en la provincia de Zamora, fue escenario de una de las tragedias más devastadoras de la historia del país. La presa de Vega de Tera, situada aguas arriba del pueblo, sufrió una rotura catastrófica que liberó aproximadamente ocho millones de metros cúbicos de agua. La inundación resultante arrasó el pueblo, causando la muerte de 144 de sus 532 habitantes. 

La construcción de la presa había finalizado en 1956, y formaba parte de un sistema hidroeléctrico gestionado por la empresa Hidroeléctrica Moncabril. Sin embargo, desde su inicio, la infraestructura presentó deficiencias. Testimonios de la época indican que durante su construcción se observaron filtraciones, y que la calidad de los materiales empleados no era la adecuada para soportar la presión del agua embalsada.

La noche de la tragedia, los habitantes de Ribadelago fueron sorprendidos por el estruendo de la masa de agua descendiendo a gran velocidad. Las viviendas fueron destruidas en minutos, y muchos vecinos no tuvieron oportunidad de escapar. Solo se recuperaron 27 cuerpos; el resto fueron arrastrados por la corriente, algunos hasta el Lago de Sanabria.

La respuesta a la catástrofe evidenció las carencias de la época. La ayuda tardó en llegar debido a la ubicación remota del pueblo y a las limitaciones de las infraestructuras de comunicación. No obstante, la tragedia generó una ola de solidaridad a nivel nacional e internacional. Se recaudaron fondos y se proporcionó asistencia a los supervivientes, muchos de los cuales perdieron a sus familias y hogares.

En los años posteriores, se construyó Ribadelago Nuevo para realojar a los supervivientes. Sin embargo, la memoria de la tragedia permaneció latente. Durante décadas, los habitantes y sus descendientes han luchado por mantener vivo el recuerdo de lo sucedido y por honrar a las víctimas.

En agosto de 2024, después de años de esfuerzo y dedicación, se inauguró el Museo de la Memoria de Ribadelago. Este centro expositivo, con 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, está dedicado a las víctimas de la catástrofe. El museo alberga fotografías, documentos y testimonios que narran la vida en Ribadelago antes y después de la tragedia, ofreciendo a los visitantes una visión profunda de la magnitud del desastre y de la resiliencia de sus habitantes.

La apertura del museo ha sido un hito significativo para la zona. Durante el verano de 2024, el museo recibió una afluencia considerable de visitantes, con más de cien personas al día de media. Esta acogida ha resaltado la importancia de contar con un horario de apertura regular para atender tanto a turistas como a investigadores interesados en la historia de Ribadelago.

El Ayuntamiento de Galende, al cual pertenece Ribadelago, está trabajando para establecer un horario fijo que permita la apertura regular del museo. Actualmente, las visitas han sido posibles gracias a la colaboración de la asociación formada por los supervivientes de la tragedia y sus familiares, quienes se han turnado para atender a los visitantes. El objetivo es profesionalizar la gestión del museo y garantizar su funcionamiento continuo, integrándolo en la oferta turística de la región, que también incluye el Museo de la Visparra de Vigo de Sanabria y el Monasterio de San Martín de Castañeda.

La conmemoración del 66º aniversario de la tragedia, este 9 de enero de 2025, ha sido especialmente emotiva. Como cada año, se celebró una misa en recuerdo de las víctimas, seguida de una ofrenda floral ante el monumento del pueblo viejo. Además, el Museo de la Memoria abrió excepcionalmente sus puertas, permitiendo a los asistentes reflexionar sobre el pasado y rendir homenaje a quienes perdieron la vida aquella fatídica noche.

La historia de Ribadelago es un testimonio de la fortaleza y la capacidad de superación de un pueblo frente a la adversidad. El Museo de la Memoria no solo preserva el recuerdo de la tragedia, sino que también educa a las nuevas generaciones sobre la importancia de la seguridad en las infraestructuras y la necesidad de aprender de los errores del pasado para evitar que desastres similares vuelvan a ocurrir.