SUCESOS
Los vecinos de Poble Sec descansan tras el desalojo de un local okupado por delincuentes
El local número 10-12 de la calle Blesa está cerrado y sellado para evitar que nuevos criminales se instalen de nuevo.
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Un gran operativo de los Mossos desalojó a los okupas del local número 10-12 el pasado viernes, 31 de marzo. Desde entonces los vecinos respiran tranquilos, aunque ya han alertado de nuevos intentos para entrar. Los delincuentes sumaban 125 antecedentes policiales de hurto, allanamiento, agresiones o tráfico de drogas. Durante el desalojo, los agentes detuvieron a 19 personas.
Los vecinos de la calle Blesa ven la situación como una media victoria. Están intranquilos por los reiterados intentos de volver a entrar en el local desocupado. El barrio se había convertido en un nido de delincuencia. “Ahora tenemos tranquilidad, pero no del todo”, lamenta Josep Maria, el vecino del frente. Su mujer, Consol, dice estar preocupada. “Si te atrevías a decirles algo desde el balcón, plantarles cara, te amenazaban. Lo vivíamos con autentico miedo”, lo narra mientras imita el gesto de la intimidación: un pulgar recorriendo el cuello.
Las sirenas de Mossos y de las ambulancias se han convertido en cotidianas por los vecinos. Estamos hablando de robos, tráfico de drogas, peleas, fiestas y, incluso, palizas y cuchilladas. Es una imagen muy dramática. Sobre todo por los niños. “Para ellos es como una película”, ejemplifica Josep Maria sobre sus nietos. “Llegó tal punto que le dijimos a la familia que solo viniese a comer, no a cenar”, añade.
Unos delincuentes sin escrúpulos
“No tienen nada que perder”, sostiene Carlos, vecino del bloque anexo al local. “Son delincuentes, todos estaban identificados. Han generado una inseguridad global que ha deteriorado el barrio”, matiza. Desde el confinamiento, los vecinos reclaman que se actúe. Durante estos años, el local se ha convertido en una pensión para criminales. “Iba cambiando de manos, vendían el negocio a otros clanes cuando ya no les beneficiaba”, asegura Josep Maria, su mujer asiente. “Eran magrebíes, marroquíes o cubanos, iban cambiando”, añade Consol.
“Se sienten fuertes. Les está amparando la legalidad. Son impunes”, espeta Carlos a través del telefonillo. El local desalojado tiene las entradas selladas y reforzadas para evitar que vuelvan a entrar. Con un poco de suerte los vecinos de calle Blesa del barrio de Pueblo Seco podrán volver a disfrutar de los paseos nocturnos, sin sufrir por la delincuencia.