"Toda la presión me salió, y llegue a un punto peligroso"; el 8,8 % de adolescentes se plantean el suicidio

Una encuesta de la Generalitat desvela el creciente problema de salud mental asociado a la presión social y la falta de comunicación

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Una macroencuesta impulsada por la Conselleries de Educación y Salud revela que el 8,8% de los adolescentes asegura tener ganas de dormirse y no despertarse más. El sondeo se ha realizado a 267.000 jóvenes, entre 10 a 18 años, desde 5º de Primaria a Bachillerato de 2.000 centros escolares de Cataluña. Es el sondeo más grande realizado en Cataluña y, por tanto, revela unos datos interesantes de la situación actual.

El estudio incluye 27 preguntas para analizar el estado emocional de los adolescentes después de los años más duros de la pandemia. El 40% reconoce un aumento de la tristeza, a causa de lo sufrido en los 2 últimos años, por el coronavirus. Un 13% que todavía arrastra secuelas con episodios de ira y rabia, y casi un 6% de los encuestados con tendencia a autolesionarse y a infligirse daño a sí mismos.

Unos datos que no han sorprendido a los expertos "es una demostración del malestar en la adolescencia y en toda la sociedad. Hay mucha presión social y que hay que trabajar para acompañar y ayudar a los afectados" confirma la doctora Rosa Calvo, psiquiatra infantil y juvenil del Hospital Clínico de Barcelona. Ser consciente del problema, y reconocer que todos estamos expuestos es el primer paso para prevenirlo y curarlo en caso de que la situación derive en problemas de salud mental.

La sociedad actual, con la presión en redes sociales asfixiante, provoca mayores peligros. Es el caso de María, hoy tiene 19 años, y reconoce que en su último año de bachillerato, la presión casi la vence, "tener que aguantar las presiones de mi família con los estudios, a tener que aguantar discusiones con mi pareja, de mis padres con mi pareja, en cada momento había temas así, y llegó un punto después de 5 meses que toda la presión me salió y me dieron ganas de hacerlo. Tuve que pedir ayuda, de manera muy íntima, a una persona de fuera de mi entorno en un proceso a escondidas". La ayuda recuperó a María, quien se reconoce hoy en ese 8,8% de los adolescentes que no quieren despertarse.

A su lado, la joven Victoria admite "que los demás hagan mejor cosas que tú, que se lo pasan mejor, es una presión constante de que si tu vida es una mierda comparada con otro. Es una lucha diaria y nadie ayuda"