Sequía

Cómo hacemos frente a la falta de agua que tenemos, y a la que vendrá

La conservación de los ríos es una solución basada en la naturaleza que puede ayudar a mitigar los impactos de la sequía.

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Estamos en estado de excepcionalidad por sequía en Catalunya. Esta medida implica un refuerzo de las restricciones existentes en muchos de los usos del agua para preservar el abastecimiento de agua a la población. Nos encontramos ante una situación grave y a la espera de la llegada de las lluvias, pero no nos podemos permitir quedarnos parados, hay que movilizar todo el conocimiento y la evidencia científica que tenemos para hacer frente a este problema y ser conscientes de que si no hacemos cambios profundos esta situación se repetirá. Desde la ciencia, algunas propuestas pasan por reformular nuestro modelo de consumo de agua, un consumo que crece de forma ilimitada en pro de la “prosperidad”, otras inciden en restaurar y proteger nuestros sistemas hidrológicos, como ríos, rieras y acuíferos, y hacerlo todo mediante un nuevo sistema de gobernanza participativa y basada en el conocimiento. Hemos hablado con nuestra experta en gestión del agua, Annelies Broekman. Os lo explicamos. En primer lugar, hay que diferenciar bien entre los términos sequía y escasez de agua. Llamamos sequía (meteorológica) a la carencia de lluvias durante un periodo prolongado, mientras que hablamos de escasez (también conocida como sequía hidrológica) cuando nos referimos a la carencia de disponibilidad de agua para los diferentes usos que le damos. Para calcular la escasez, que no la sequía, disponemos del índice de explotación de agua, un indicador que nos habla de la presión que están recibiendo los recursos de agua dulce y que nos indica la cantidad de agua extraída cada año en proporción al total disponible. Por ejemplo, en 2019, Chipre, Malta, Grecia, Portugal, Italia y España se enfrentaron a las condiciones de escasez de agua más importantes en la Unión Europea a escala estacional según este indicador. Unos datos que reflejan que, ya en tiempos de normalidad, estamos consumiendo más agua de la que sería viable por nuestro sistema. En tiempo de sequía meteorológica recurrente o prolongada, como en la situación critica que estamos viviendo, nos centramos demasiado a menudo en la sequía o en el clima como causa del problema del agua, mientras que falta debate sobre el verdadero problema: la demanda crónica de agua que tiene nuestro modelo de desarrollo insostenible. Una sed de agua en todos los sectores que nos hace consumirla de forma excesiva superando la capacidad natural de los recursos que tenemos disponibles

¿Y qué hacemos? Ahora, a corto plazo, tenemos el Plan especial de sequía para cada cuenca hidrográfica. Un plan que permite abordar el reto de la carencia de agua con previsión y unas reglas del juego claras para todo el mundo. Tal como indica la Agencia Catalana del Aguael Plan parte en primer lugar del conocimiento y análisis de las sequías recurrentes que se han producido en Catalunya durante los últimos 80 años, lo cual permite establecer patrones de vulnerabilidad frente a episodios futuros. En segundo lugar, aplica un seguimiento preventivo de la evolución de las reservas a través de la monitorización en continuo que activa medidas ya desde los escenarios previos a la situación de alerta, mucho antes que las reservas bajen a niveles preocupantes”. Gracias a esta estrategia “las primeras medidas preparatorias ante la hipótesis de una posible sequía se empiezan a activar hasta ocho meses antes de la declaración de la situación de alerta.”

Este plan contempla el uso de tecnología para producir agua. Esto quiere decir que gestionamos la escasez produciendo agua que satisfaga la demanda, con la reutilización y la desalación, por ejemplo. Son soluciones tecnológicas útiles a corto plazo para ayudar a enfrentar sequías puntuales, pero que no se pueden mantener en el tiempo por su coste económico, energético y ambiental.