CURIOSIDADES

¿Por qué llamamos verbena a las fiestas populares?

El origen etimológico del término procede del latín verbēna y este era el nombre que se le daba a una planta herbácea.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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¿De dónde surge llamar ‘Verbena’ a las fiestas populares?

Una ‘verbena’ es una fiesta popular con baile que se celebra por la noche (normalmente al aire libre) con motivo de alguna festividad, siendo la que se realiza el 23 de junio, víspera de San Juan, una de las más famosas.

El origen etimológico del término procede del latín verbēna y este era el nombre que se le daba a una planta herbácea que desde la antigüedad fue muy utilizada gracias a las virtudes curativas que aseguraban que tenía.

Era una planta con la que se preparaban innumerables remedios y ungüentos para curar infinidad de dolencias y se usaba con asiduidad en numerosos rituales y ofrendas a las divinidades.

A partir del siglo IV la decadencia del Imperio Romano hizo que la iglesia católica tomase el control de la mayor parte de ese tipo de celebraciones paganas, anulándolas y/o reconvirtiéndolas en fiestas religiosas, entre ellas el ‘solsticio de verano’ que lo trasladó a la conocida ‘Fiesta de San Juan’.

La utilización de la planta de la verbena se extendió para ser usada en toda clase de ceremonias, la mayoría de carácter esotérico, las cuales se celebraban de madrugada y duraban hasta el amanecer.

En la Edad Media los rituales nocturnos realizados con la planta de la verbena se hicieron todavía más populares y se aprovechaba el de la noche de San Juan (o solsticio de verano) para realizarlos junto al mar bajo la luz de la Luna, haciendo actos de purificación con los que atraer el amor o que las mujeres, que lo deseaban, quedasen embarazadas.

Fue a partir del siglo XIX cuando se relacionó la planta de la verbena con todos aquellos actos celebrados desde el anochecer hasta el despuntar del alba, pasando a ser conocidas esas fiestas populares como verbenas.

¿De dónde proviene la expresión ‘Meterse en un embolado’?

Suele utilizarse la expresión ‘Meterse en un embolado’ para referirse a los problemas o situación incómoda que puede encontrarse alguna persona tras tomar una mala decisión.

Como otras tantísimas locuciones, esta expresión proviene del mundo de la tauromaquia y se refiere a un antiquísimo tipo de festejo que todavía sigue celebrándose y que es conocido como ‘el toro embolado’ y que consiste en poner dos bolas de alquitrán en los cuernos del toro y prenderles fuego. Esto provoca que el animal se ponga nervioso e intente embestir a todo aquel que se cruza o corre frente a él.

Es precisamente este hecho (que puede causar graves problemas y daños si es alcanzado por el toro) el que dio origen a la expresión meterse en un embolado como sinónimo de situación complicada e inconvenientes.

Sin embargo, cabe destacar que hay quien indica que la locución ‘meterse en un embolado’ proviene del acto de mentir, ya que (como bien sabréis) las mentidas también son conocidas como ‘bolas’ (contar una bola a alguien).

No quiero acabar la intervención sin citar un tercer posible origen (al que apenas doy fiabilidad) y que señala que proviene del hecho de tener que trasladar a un preso, quien llevaba atada una bola al pie y, según explican, los guardias que debían custodiarlo decían que les habían metido un embolado, haciendo referencia a la incomodidad del servicio que les tocaba realizar.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘al pie de la letra’?

Se utiliza la expresión ‘al pie de la letra’ para indicar que algo se ha hecho o dicho de un modo escrupuloso y respetando el texto original (por ejemplo explicar un suceso sin añadir ninguna floritura).

Esta locución proviene del latín ‘ad pedem litterae’ de idéntico significado y que comenzó a utilizarse bastantes siglos atrás de un modo muy curioso.

Como es bien sabido, a lo largo de la mayor parte de la historia los textos fueron escritos en latín (sobre todo desde la expansión del Imperio Romano y muy especialmente al convertirse en el idioma oficial del cristianismo).

Fue a partir de la Edad Media cuando muchos de esos textos comenzaron a ser traducidos por los glosadores (quienes estaban encargados de explicarlo de un modo comprensivo debido a que la mayoría de los escritos estaban en un lenguaje técnico e incomprensible para la plebe). Esto se hacía poniendo bajo cada palabra en latín su traducción literal a la lengua correspondiente (en este caso el castellano), dando paso a la citada locución adverbial ‘ad pedem litterae’.