Hacen un pedido de 105 euros en un bar de Barcelona, lo entrega el repartidor y un detalle hace saltar las alarmas: obligados a cambiar la página web
Ellos mismos lo contaban a través de sus redes sociales y no daban crédito de lo que les había ocurrido cuando les avisó el repartidor

Repartidor Barcelona
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Quizá seas de los afortunados que, a partir de este momento, te has cogido las tan ansiadas vacaciones de verano. Quizá, por el contrario, eres de los que le toca esperar. Sea como sea, en todo momento están en el horizonte y son lo que te da fuerzas para continuar con estas últimas semanas de trabajo.
Y es que las vacaciones son el momento perfecto para desconectar, salir de la rutina, y abandonar esas preocupaciones que tengas en mente y que no te dejen tranquilo durante todo el curso. Es, además, el momento de hacer cosas que normalmente no haces.
Por ejemplo, hacer ese viaje que siempre habías querido hacer, pero que no habías tenido tiempo para ello, visitar ese museo del que siempre te han hablado, o simplemente, salir a dar una vuelta por tu ciudad sin ningún tipo de prisa.

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Además, son momentos en los que podemos consentirnos un poco a nosotros mismos, y ejecutar algún capricho que no nos permitimos el resto del año. Por ejemplo, salir a comer fuera con más asiduidad, o pedir comida a domicilio.
Esto último es siempre un plan de lo más apetecible, porque puede suponer quedarte en tu casa y hacer planes mientras no tienes que cocinar. Eso sí, no todo es siempre una buena experiencia.
Si no, que se lo digan a este restaurante de Barcelona, al que le llegó un pedido de una comida para muchas personas. Lo que podía haber sido un buen negocio, se convirtió en una experiencia nefasta. Y todo, por la voz de alerta que dio el repartidor.
Lo que encuentra el repartidor hace saltar las alarmas
A través de las redes sociales, este bar de Barcelona daba cuenta de lo que había ocurrido con un pedido que les habían hecho. Ponte en situación, se trataba de un pedido muy cuantioso, de los que dan mucha alegría a todos los restaurantes.
Lo habían hecho a través de la página web y, tras poner los datos, decidieron poner en la comanda ocho menús de hamburguesas, perritos calientes, postres y entrantes, por lo que la cuenta ascendía a 105 euros.
Pues bien, ahí fue cuando el repartidor entró en juego. Resulta que fue a la dirección que le habían pedido, tal y como ponía en los datos. Ahí es donde se llevó la sorpresa.
“La dueña de la casa le dice que lo siente, pero que ella no había pedido nada y que, incluso, el supuesto nombre que salía en el pedido no era de su casa, nadie allí se llamaba así” decían desde el restaurante.
Así pues, el repartidor, bastante asustado, ya que el pedido se pagaba siempre al recibirlo, llamó al restaurante. “Nosotros llamamos al número que salía en el pedido y resulta que el teléfono no existía” explicaban con mucho pesar.
Claro, el modelo que ellos tenían era el de pagar una vez que se recibía el pedido, pero con esta terrible experiencia, se vieron obligados a cambiar su página web y todo. “Aprendimos la lección y cambiamos toda nuestra web y a partir de ahora se pueden hacer pedidos los pagas, si no, no los puedes hacer” decían.
Lamentablemente, estas bromas (que no tienen ninguna gracia, sobra decirlo) se hacen más de lo que pensamos y es tirar por la borda el trabajo de hosteleros y camareros por la borda.
Un taxi obligado a parar por lo que le ocurre a un cliente
Marbella puede ser uno de los destinos vacacionales más interesantes y jugosos para los españoles y, también, para los extranjeros. Es muy común, por tanto, que haya mucha afluencia de gente allí.
Esta taxista de la ciudad cuenta, a través de su TikTok, anécdotas que le ocurren en su taxi, y muchas de ellas, la verdad, son de lo más surrealistas.
Así pues, contaba una historia en la que un cliente puso patas arriba el taxi casi sin despeinarse. Todo ocurrió cuando, a mitad del trayecto, se dio cuenta de que llevaba algo en el pelo poco usual. Ella misma aclaraba que era un día en el que hacía mucho viento.

Taxi en Marbella
“Empieza a quitarse algo y me dice: 'madre mía, vaya bicho. No sé si era una araña, una pulga o qué'” comenzaba contando esta taxista.
Para su sorpresa, el mismo cliente decidía dejar el bicho en la alfombrilla o en el coche, sin saber exactamente a dónde había ido a parar. Esto fue lo que obligó a parar el taxi a esta chica.
“¿Eso ahora dónde va a estar? A mí me pica ya todo, no sé dónde está ese bicho, solo espero que se haya matado del golpe o algo” seguía diciendo la taxista.
Con mucho humor, esta chica acababa explicando que, claro, hacía tanto viento que el bicho se había colado en el pelo del cliente, sin tener en cuenta él, hasta que se movió en su pelo, que eso había podido ocurrir.