Momentos con Luis Rodríguez

Elena: “Mi hija dice que si sigo metiéndome en sus cosas manda que me disparen”

"Llega un momento en que le tengo miedo", dice Elena, la madre de Verónica

Luis Rodríguez

Barcelona - Publicado el - Actualizado

9 min lectura

“No es difícil, es que llega un momento en que le tengo miedo”, dice Elena, la madre de Verónica.

¿Le tienes miedo? ¿Por qué?”, pregunta Luis Rodríguez.

“Porque ha llegado a decirme que como siga entremetiéndome en sus cosas puede mandar que me disparen. Ya me lo ha dicho tres veces.”

Perdona, Verónica, ¿has dicho eso?”, le pregunta Luis.

“Es que me altera tanto que no puedo, no puedo”, dice Verónica.

Verónica, tranquila, ¿eh?”, le dice Luis. “Que queremos hablar contigo.”

“Sólo quiero que esto acabe”, dice Verónica.

¿Cómo quieres que acabe?”, le pregunta Luis.

“No lo sé”, dice Verónica llorando.

Pero que acabe bien”, le dice Luis, “que acabe bien para ti y acabe bien para tus padres también. Vero, te queremos ayudar. Por eso estamos aquí contigo.”

"Lo siento"

Verónica se dirige a su madre, compungida: “Lo siento, mamá, lo siento...”

“Ya lo sé, cariño”, le dice su madre, “lo sé, que no eres tú, Verónica. Cuando me dices esas cosas ya sé que no eres tú. ¿Qué te he dicho esta tarde? Que no eres tú. Parece que seas hija del demonio, me duele decírtelo. No eres tú, es la droga. Es el demonio que llevas en el cuerpo, que se te mete. Estoy aquí para ayudarte, pero ya te tengo miedo.”. Y Luis le dice: “Vero, aprovecha para decir todo lo que quieras decir.”

“¡Si ya lo saben!”

“¿Pero qué podemos hacer, Verónica? Dímelo. Yo quiero que dejes a toda esa gente”, le dice su madre. “Yo quiero marcharme de aquí, sabes que me iría, pero son muchas cosas. Yo a veces estoy aquí en casa metida, para controlarte. Y tú sales de noche, y yo de noche no me puedo mover. Sabes que no puedo perseguir a un coche. Si no, iría detrás. No puedo ir buscándote en discotecas, ni en pubs, como he hecho. Sé que ya no te mueves por aquí, te mueves muy lejos”.

“Reconozco que me paso”, dice Verónica, “me altero mucho.”

¿Cómo puede ayudarte tu madre?”, le pregunta Luis.

“No lo sé. Me quieren llevar a un centro...”

El centro está descartado, Verónica. Tú no puedes ir a un centro porque no quieres ir, y al centro solamente van los que quieren ir, nada más. Entonces, descártalo”, le dice Luis.

“Pero están agobiándome con eso”, dice Verónica.

Pues no te agobies, porque tus padres no te pueden obligar a ir a un centro, ni lo van a hacer tampoco, Verónica. Tus padres están intentando ayudarte, pero diles tú cómo te pueden ayudar. Y Elena, tu madre, te va a escuchar, y nosotros también”, le responde Luis.

“No quiero hablar ahora”, dice Verónica. “Me cuesta, porque me he pasado hoy.”

¿Por qué te has pasado? ¿Por lo que has dicho antes? Pero esto lo has dicho sin sentirlo, supongo”, le dice Luis.

“Pero se me había pasado por la cabeza primero”, dice Verónica. “Luego me arrepiento, pero mucho. Y me pongo a llorar, y llorar, y llorar.”

¿No te haces un lío contigo misma, Verónica?”, le pregunta Luis. “Hay una cosa clara, Verónica, y es que tu madre te quiere mucho. Y tu padre.”

“¿Podemos empezar a hacer algo por ti?”, le dice su madre. “Sabes que estás mala.”

“He ido al psicólogo por vosotros”, dice Verónica.

“Ya lo sé, pero también le mientes al psicólogo. Hay cosas que no le dices.”

“No le miento al psicólogo, le he contado toda mi vida”, contesta Verónica.

“Para eso se va, para contar toda tu vida, para saber dónde empezó el error, dónde empezaron los problemas, por qué empezaron los problemas”, le dice su madre.

“Porque me junté con gente que no debía”, reconoce Verónica.

“Y siempre que te he dado un consejo no te ha gustado lo que te he dicho. Yo sé que te has dado cuenta de que tenía razón y no has querido escucharme. No te gustaba lo que oías. Por eso me chillabas, porque no te gustaba lo que te estaba diciendo, ¿verdad? Ya lo sé, cuando no te gusta te alteras, te enfadas conmigo”, le dice su madre.

"No sabemos comunicar"

Verónica, a veces los adultos no sabemos comunicar”, le dice Luis. “Nos tenéis que enseñar vosotros, te lo digo sinceramente. Tú puedes enseñar a tus padres a comunicarse. A veces nos comunicamos mal. Está claro que te quieren, pero a veces ese amor que sienten, que tú lo recibes, porque sabes que te quieren, pero los adultos en ocasiones no sabemos comunicar.”

“Siempre que me hablan pienso que me están echando la bronca, y no me gusta”, dice Verónica.

Ya te entiendo”, le responde Luis. “Es que están preocupados, esta es la cuestión.” y añade: “Tengo al teléfono a otra persona que quiere decirte algo sencillo, ¿lo quieres oír?”

“Sí”, responde Verónica.

Pues dile tú buenas noches y te responderá”, le dice Luis.

“Hola”, dice Verónica.

“Hola, Verónica, buenas noches, te quiero”, le contesta su padre.

“Hola, papá, te quiero”, le responde Verónica.

“Igualmente, hija”, le dice su padre. “Ya sabes lo que te he dicho esta tarde, cuando he venido de Barcelona. Creemos en ti. No sólo te queremos, sino que creemos en ti todavía. Y que seas fuerte, y saques músculo en el cerebro, que luches.”

“Pero no puedo sola, no puedo...”

“Bueno, pero estamos aquí nosotros”, le dice su padre.

“Me hacéis enfadar, muchas discusiones...”, le responde Verónica.

“Te enfadas tú. Deja que nos acerquemos a ti. Es que no nos dejas. Estamos contigo siempre. Tú eres mi niña, Verónica. Sé fuerte”, le dice su padre.

“Pero es que tú lo ves muy fácil”, le dice Verónica.

Tú quieres a tu padre”, le dice Luis.

“Claro que le quiero.”

Y a tu madre.”

“También, mucho.”

¿Te importan?”, le pregunta Luis.

“Me importan demasiado”, dice Verónica. Y después dice: “No me veo futuro. No tengo ganas de nada.”

Tu padre te ha dicho que cree en ti”, le responde Luis. “Tu madre también. Y nosotros, que no te conocemos personalmente, te decimos que creemos en ti. Tu eres una formidable persona, tienes un buen fondo. Eres encantadora, Verónica. Te lo he dicho muchas veces, creo que eres buena persona. Tú no te ves a ti misma, ni tampoco ves lo que puedes llegar a ser. Tus padres no quieren que se estropee la Verónica que eres capaz de llegar a ser. Tú estás pidiendo a gritos comunicación, y tus padres te están diciendo...”

“Pero no me gusta cómo se expresan”, interrumpe Verónica. “Me siento como si me estuviesen metiendo bronca.”

Ya lo entiendo”, responde Luis. “Tú tienes que hacer un esfuerzo en saber interpretar, pero no a tu modo.”

“¿Cómo quieres que lo interprete si me miran seriamente?”, vuelve a interrumpir Verónica.

Porque están preocupados, están angustiados. Porque son conscientes de que estás en peligro, sencillamente. Y como te quieren, y como tú les importas, porque ese es el mensaje que te están transmitiendo, Verónica, es que tú les importas, y les importas mucho. Quizás te lo expresan mal, pero tú les importas. Viven pendientes de ti, ¿es que no lo ves? Quizás se equivoquen en el modo de protegerte o en el modo de decírtelo. Es posible que se equivoquen, pero tú tienes que enseñarles. Los padres aprendemos porque los hijos nos enseñan”, le dice Luis.

“¿Y cómo lo hago? ¿Qué les digo?”, pregunta Verónica.

Hablando”, concluye Luis.

Y su madre le dice: “Yo quiero que te pongas bien, que te cures, que vayas a un psicólogo, que le hables, y que te cures por dentro tu cabeza, Verónica, porque tengo miedo de que la pierdas. No quiero volver a pasar por eso. Y con el alcohol lo mismo, sabes lo que yo he pasado. No quiero que vuelvas. No quiero volver a pasar lo mismo, y menos contigo. Es muy duro verte en el alcohol y en la droga, Verónica. Sé que te puedes curar con los médicos antes de que acabes peor, cuando ya no se pueda hacer nada. No quiero verte así, ya sabes cómo se queda uno. He sufrido mucho por eso. Aún estás a tiempo. Empecemos poquito a poco. Vamos al médico, que es lo primordial para ti. Vamos a dar paseos, vamos a hacer cosas poquito a poco. ¿Te gusta la noche? Nos vamos de noche a la playa, que la tenemos aquí y la podemos disfrutar.”

Verónica, ¿quieres decir algo a tus padres antes de despedirte?”, le dice Luis.

“Que les quiero, les quiero mucho”, dice finalmente Verónica.

MOMENTOS CON LUIS RODRÍGUEZ

Radio de madrugada con Luis Rodríguez.

La radio a oscuras...

Todos los días de 1,30 a 6 de la madrugada a través de Cope Cataluña y Andorra. “Momentos con Luis Rodríguez”, desde Cope Barcelona para todo el mundo.

La radio no decae, ni siquiera por la noche. Las horas profundas de la madrugada son un “non stop” a disposición de curiosos, insomnes, amas de casa, universitarios, profesionales, gentes de edad avanzada, jóvenes y adultos que coinciden en el cruce de caminos de uno de los males de nuestro siglo: la incomunicación en las grandes ciudades.

De día se va deprisa, a un ritmo frenético, no hay tiempo para nada y la radio se oye mientras se desempeña otra actividad. La madrugada, en cambio, es el tiempo de la calma, de la reflexión, el insomnio, la soledad, el darle vueltas a los problemas...

La radio se convierte entonces en compañera, en íntima amiga y, a veces, en tabla de salvación. A través del teléfono, Luis Rodríguez está a disposición de todos los que deseen ser escuchados. Eso explica la buena audiencia de “Momentos”, un programa donde los oyentes pueden ser escuchados y también comprendidos; explicar sus problemas e inquietudes.

A través del teléfono gratuito 900 40 20 32 son muchas las llamadas, las historias, las vivencias que se comparten en antena, creando el ambiente preciso para que el oyente se sincere y profundice sobre cualquier tema que haya elegido libremente. En “Momentos con Luis Rodríguez” la audiencia es la auténtica protagonista.

Momentos con Luis Rodríguez” ha sido premiado en numerosas ocasiones por su labor social y cuenta con más de 1.800.000 seguidores en Facebook, así como más de 23.000.000 descargas de podcasts de las llamadas en la plataforma iVoox.com.

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Puedes comunicarte con Luis Rodríguez a través del teléfono gratuito 900 40 20 32 o bien contar tu historia escribiendo a luisrodriguez@momentos.fm.