Trabaja como camarero en una boda en Tarragona y lo que le pasa con un invitado hace que le acabe pagando
Una anécdota que ha recogido la cuenta de X, antiguo Twitter, @SoyCamarero, y que ha tenido mucha repercusión en las redes sociales
Madrid - Publicado el
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Sabemos, sin ningún tipo de duda, lo complicado que es muchas veces encontrar trabajo. El hecho de buscar, sin parar, suele ser un trabajo en sí mismo. Y es que inviertes muchísimo tiempo en montar el currículum, moverlo por las diferentes empresas, y ni qué decir tiene cuando te toca hacer entrevistas.
Porque sí, suelen ser procesos muy largos, porque te citan para una o para más entrevistas, y es todo un camino que puede llevarte meses. Con eso ya cuentas cuando empiezas a buscar trabajo, por lo que, a menudo, necesitando el dinero para poder subsistir, llegas a aceptar cualquier trabajo que te ofrezcan.
Da igual si es a horas intempestivas o si te toca trabajar los fines de semana, porque lo cierto es que cuando uno necesita trabajo, acepta lo que sea con tal de poder tener dinero. Y muchos de esos trabajos tienen lugar, especialmente en verano, en el sector de la hostelería.
Suelen ser trabajos muy honrados que requieren muchas horas y termina siendo especialmente cansado. Y sí, como en cualquier otro trabajo, puede haber imprevistos por los que estés a punto de ser despedido.
Esto le pasó a Carlos, un hombre de Tarragona, que trabajó como camarero en una boda y se acabó llevando, con el tiempo, una anécdota muy valiosa.
Lo que le pasó con invitado por lo que tuvo que pagar
Esta anécdota la ha recogido la cuenta de X, antiguo Twitter, @SoyCamarero, al preguntar a sus seguidores qué "anécdota de tierra trágame que te ha ocurrido con algún cliente".
Era Carlos quien respondía, contando cómo una vez tuvo que trabajar en una boda y la lío de tal manera que terminó avergonzado. Hay que decir, aunque seguro que lo sabes, que trabajar en una boda es una tarea de lo más complicada, porque todo el mundo está pendiente de que todo salga bien y que no haya ningún imprevisto.
Suele ser un trabajo con mucho estrés en el que contentar a los novios es la parte más importante. Por eso, esto que le pasó a Carlos fue tan duro y le pareció un momento "tierra, trágame".
"Manché 4 veces seguidas al mismo invitado de una boda. A la quinta fue con el pastel de boda al caerse el piso de arriba" contaba. Fue tal, que tuvo que acabar pagando el importe íntegro del traje del invitado. Y sí, te puedes imaginar, un traje no es precisamente barato.
Una anécdota digna de contar y que, seguro que con el tiempo, ha servido para reírse y contarla en diferentes círculos sociales.
Dimite el primer día como camarera en un restaurante de Barcelona por lo que le obligan a firmar
Esta experiencia de la joven la ha contado la cuenta de X, antiguo Twitter, @SoyCamarero, que se dedica a recopilar este tipo de historias en su cuenta y a ayudar a sus compañeros de trabajo (aunque no los conozca personalmente).
Dice que ella le mandó esta historia, pero prefirió mantenerse en el anonimato, al igual que omitir el nombre del restaurante. Igualmente, se refería a él como "restaurante muy famoso de Barcelona".
Pues bien, entre las condiciones de trabajo, le daban alojamiento para poder trabajar allí. Sin embargo, nada era lo que parecía. "Se fue el primer día de trabajo al ver las condiciones de alojamiento y por alguna de sus condiciones" expresaba en esta cuenta.
Y es que lo que le hacían firmar no se ha visto en otro lado. Eran una serie de condiciones que muchas no tenían ni pies ni cabeza. "La camarera siempre debe sonreír, y ser amable, muy amable. Al cliente no le interesa si nos duele la muela o nuestra abuela está enferma" decía una de ellas.
En otras, se pedía que a "la camarera le guste lo que haga y lo haga con amor y cariño, porque sino todo sale de mala gana. Si son aprendices, con más razón deben ser más felices de aprender una profesión".
No solo eso, sino que "amenazaban" al personal al decirles que si se equivocaban con una orden, se les cobraría lo olvidado, y si rompían una vajilla, se les cobraría 5 euros.
Como puntilla, el alojamiento que les ofrecían era una cama en medio de la cocina, por lo que puedes imaginar que no era especialmente salubre.