La lluvia retrasa el montaje del Belén Monumental de San Lorenzo de El Escorial

La Comunidad de Madrid recupera la normalidad tras las intensas lluvias que ha vivido la región tras el paso de la borrasca Aline. Una lluvia que también ha afectado a uno de los reclamos más importantes de la Navidad madrileña: el Belén Monumental que cada año invade el centro de San Lorenzo de El Escorial.

Declarado Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año pasado, más de 50 voluntarios trabajan estos días para colocar las 500 piezas y los distintos escenarios que lo componen. Pero estos días la lluvia no se lo está poniendo nada fácil. Nos lo ha contado a Cope, Carlos Contreras, coordinador de los voluntarios. “Empezamos el lunes pero en cuanto hemos movido cuatro tableros ha empezado a llover, así que de trabajo sólo llevamos dos días, porque el martes como ha llovido también un poquito no hemos podido trabajar”, nos señala.

Si la lluvia lo permite, su objetivo es inaugurarlo antes que el año pasado, es decir, antes del puente de diciembre. En total, son 6.000 metros cuadrados de superficie distribuidos en las calles y plazas más emblemáticas del centro histórico de San Lorenzo de El Escorial.

Cada año lo visitan 80.000 personas y van cambiando de ubicación las escenas para que sea más original. En este recorrido tan especial podemos ver el Castillo de Herodes, la llegada de los Reyes Magos subidos a sus camellos y elefantes, el pueblo de Belén con sus oficios tradicionales y, lógicamente, el portal donde nació el Niño Jesús.

Todos los elementos está elaborados con materiales que aguantan lo mejor posible las inclemencias meteorológicas. “Hace muchos años empezamos con figuras de papel y poliespán. Últimamente estamos usando más fibra de vidrio y ya van aguantando mucho más las inclemencias meteorológicas. Lo que no aguantan son los destrozos no voluntarios”, se lamenta.

Y es que en sus 27 años de vida, les han robado el Niño Jesús y les han roto varias figuras. Estos destrozos hacen que más que diseñar nuevos personajes tengan que dedicar gran parte del año a reparar los desperfectos que dejan las lluvias y los vándalos.

Aún así, Carlos nos ha contado que el reto más complicado es hacer accesible todo el recorrido. “Intentamos que sea un recorrido adaptado lo más posible a la gente que venga en silla de ruedas o con carritos de niños, que son muchos”. Por eso, trabajan a conciencia porque “hay muchas escaleras que reconvertimos en rampas o donde no las hay, las hacemos”. Todo contal de que la experiencia sea tan bonita como en años anteriores.