Un australiano en España explica por qué nunca usa la primera palabra que aprendió en español: "Es una locura"

La adaptación de un extranjero a un nuevo país incluye que conozca el idioma, pero hay un choque cultural en particular para los que empiezan a hablar en castellano, como enseña Corey en TikTok

TikTok: @coreyyy.exe

El australiando andando por las calles de Madrid

José Manuel Nieto

Publicado el

3 min lectura

      
      
             
      

La experiencia de vivir en otro país es un viaje lleno de descubrimientos, y para Corey, un australiano que ha hecho de España su hogar, ese viaje incluye un peculiar matiz lingüístico. En sus videos de TikTok, comparte las peripecias de su adaptación cultural, centrándose en una realidad que muchos extranjeros enfrentan al aprender un nuevo idioma: el choque entre lo que se enseña y lo que realmente se usa en la vida cotidiana. 

Uno de sus hallazgos más sorprendentes es que, a pesar de haber aprendido "adiós" como una de las primeras palabras en español, nunca la utiliza. Corey explica que, aunque habla español a diario, la palabra "adiós" se ha convertido en un término casi obsoleto en su vocabulario.

Para muchos que comienzan a aprender español, "adiós" es una de las primeras palabras que aprenden, ya que es una forma básica de despedirse. Sin embargo, en la cultura española, la riqueza de los saludos y despedidas va mucho más allá de este simple término. En su lugar, Corey ha adoptado expresiones más informales y familiares que reflejan la cultura y el contexto en el que vive.

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Primer plano de una feliz pareja heterosexual caucásica madura de pie juntos al aire libre saludando a un amigo

Una de las razones por las que Corey evita usar "adiós" es que, en España, la despedida suele ser más un ritual social que una simple frase. En lugar de una despedida fría, se utilizan frases como "hasta luego", "hasta pronto" o "nos vemos". Estas expresiones no solo indican que la conversación ha terminado, sino que también transmiten una conexión más cálida y personal.

Un australiano en España

Al utilizar estas fórmulas, Corey se siente más integrado en la cultura local, mostrando su aprecio por las sutilezas del idioma y las relaciones interpersonales en España. Este pequeño detalle refleja un fenómeno más amplio en el proceso de adaptación cultural.

Al aprender un idioma, muchas veces nos enseñan lo básico, pero el verdadero dominio se obtiene al vivir el idioma en contexto. Corey señala que son esos matices, las palabras y frases que se utilizan en situaciones cotidianas, lo que realmente ayuda a los extranjeros a conectarse con la cultura. La forma en que la gente se despide y se saluda en España es un ejemplo perfecto de cómo el idioma es un reflejo de la cultura.

      
             
      

Además, el hecho de que Corey nunca use "adiós" también pone de manifiesto cómo el lenguaje se adapta a las experiencias personales y a la evolución de la identidad cultural. A medida que se sumerge más en la vida española, su forma de comunicarse se ajusta y transforma, integrando matices que antes no existían en su vocabulario.

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Saluda o despídete de alguien

Esta evolución no solo se limita al lenguaje, sino que también afecta su forma de ver el mundo y las relaciones que establece en su nuevo hogar. La experiencia de Corey es un recordatorio de que aprender un idioma va más allá de la gramática y el vocabulario; se trata de entender y abrazar la cultura que lo acompaña.

¿Por qué nunca usa la primera palabra?

Su historia invita a reflexionar sobre cómo las primeras palabras que aprendemos pueden no ser las que realmente utilizamos en nuestra vida diaria. En lugar de ceñirse a lo que le enseñaron en un aula, Corey ha optado por empaparse de la cultura española y adaptarse a ella de manera auténtica.

      
             
      

En conclusión, la anécdota de Corey sobre por qué nunca usa "adiós" es un microcosmos de la experiencia de los expatriados que navegan por un nuevo idioma y una nueva cultura. A través de su historia, podemos apreciar la importancia de adaptarse y aprender de manera integral, no solo a través de libros, sino también a través de la interacción cotidiana y la conexión emocional con la comunidad.