OPINIÓN: 'María y Antonio', por Juan Carlos Gumiel

"María y Antonio vivían solos en una modesta casa del barrio de Carolinas y llevaban casi seis décadas juntos, desde que contrajeron matrimonio allá por los años 60..."

'Desayuno de palabras'

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

María y Antonio vivían solos en una modesta casa del barrio de Carolinas y llevaban casi seis décadas juntos, desde que contrajeron matrimonio allá por los años 60. Han pasado momentos felices de juventud no exentos de dificultades, carencias y tragedias. Tuvieron dos hijos, el pequeño, estudió en la universidad de la vida en una de las ramas menos aconsejables para la salud y la convivencia, sigue cumpliendo condena por reiterados delitos de casi todos los colores, este chico no termina de centrarse –dice su madre-. El otro trabaja de camarero en un pequeño bar de Extremadura que apenas le da para mal vivir y sustentar cuatro bocas que piden leche y galletas todas mañanas, cada día del año.

Julián que así se llama el hermano mayor, ha pensado en más de una ocasión seguir los pasos de su “bro” y ponerse el mundo por montera para sacar adelante a su prole, pero afortunadamente, todavía tiene muy acusado ese sentido de la responsabilidad para seguir cumpliendo con sus obligaciones de padre, sin tener que recurrir a la vía del dinero fácil y rápido por sustracción o hurto violento.

La tele del bar está encendida y de fondo se escucha al presidente de Gobierno diciendo “nadie se quedará atrás” y Julián empieza a preocuparse todavía más. Antes abría a las siete de la mañana para los desayunos, rara era la jornada que no daba veinte o treinta, ahora a las ocho y media de la mañana, lleva uno o ninguno. Sobre la barra el periódico donde se puede ver en primera página un anuncio a todo lo que da, eso sí, con sus gotitas de aceite preceptivas de los bares “salimos más fuertes. Gobierno de España”. Julián mira la cafetera de soslayo y vuelve la vista hacia la entrada del bar, las cuatro mesas siguen vacías, apaga la tostadora de un respingo en un claro ejemplo de ahorro de energía, pensando en todas las próximas facturas que están al caer... y entre dientes masculla: ¿Salimos más fuertes? Me cago en mi puta vida.

Ya les digo, una familia como otra cualquiera en España, con sus luces y sus sombras. Esa sombra alargada que hace un mes se apoderó de Antonio en tan sólo ocho días. Sus 79 años llenos de robustos huesos y vertebras molidas de pavimentar suelos y paredes en las obras, durante más de medio siglo, claudicaron ante la irrupción en su cuerpo de un microorganismo pernicioso, dicen que, importado de china, el covid-19 que acabó finalmente con su tiempo de jubilado en compañía de su sempiterna compañera de vida, la buena de María.

Ya no habrá más paseos por el parque, más conversaciones de tiempos pasados y vivencias compartidas, más gestos de complicidad, más descafeinados con leche hirviendo y algunas gotas de misterio en días de festividad, ya no habrá esa caricia furtiva de cariño, ya no habrá más “Antonio, tomate la medicación ya...” María se ha quedado muda de soledad y lo que más le duele es no haber podido acompañar a Antonio en el último tránsito hacia el cielo del eterno descanso. María y Antonio ya no sabían entender nuestro tiempo y se traducían la vida ellos mismos, a su manera. La soledad ahora de María invade por completo esta página. ¿Cuántas Marías? ¿Cuántos Antonios? ¿Cuántas desgracias? ¿Cuántas vidas perdidas? ¿Cuántas historias de amor y de vida que se rompen? ¿Cuánta realidad? ¿Cuánto horror? Y ¿Cuánto desorden?

Juan Carlos Gumiel

Escucha en directo

En Directo COPE ALICANTE

COPE ALICANTE

Programas

Último boletín

04:00H | 2 NOV 2024 | BOLETÍN