Carta dominical
El obispo de Segorbe-Castellón apela a la labor comunitaria de los estamentos políticos
Monseñor López Llorente así lo destaca en su carta dominical.
Castellón - Publicado el
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La carta dominical completa del obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, monseñor Casimiro López Llorente, es la siguiente:
Católicos en la vida política
La fe cristiana se extiende a todas las áreas de la vida, la privada y también la pública. A lo largo de la historia, esto se ha expresado de diferentes modos, entre otros, mediante la participación en política. Hay numerosos santos, hombres y mujeres, que han servido a Dios a través de su compromiso en la política y el gobierno.
En las sociedades democráticas, todos, también los católicos, podemos y debemos participar por medio del voto a la elección de legisladores y gobernantes, y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas. La democracia pide la participación activa y responsable de todos, si bien con diversidad de formas, niveles, tareas y responsabilidades.
Los fieles laicos, de acuerdo con su conciencia cristiana rectamente formada, están llamados a animar cristianamente el orden temporal, respetando su naturaleza y legítima autonomía y cooperando con los demás ciudadanos según su competencia específica y bajo su propia responsabilidad. “La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan el peso de las correspondientes responsabilidades” (GS 75). San Juan Pablo II enseñó que “los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la ‘política’; es decir, en la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común” (CL 42).
Las acciones políticas son actos humanos por lo que han de regirse siempre por criterios morales. Su ley suprema es el respeto a la dignidad y a los derechos de las personas. La política no puede fundarse sólo en el consenso, sin ninguna referencia moral superior y objetiva. No se puede confundir la libertad y la pluralidad de opiniones con el relativismo o indiferentismo moral. Un pueblo sin convicciones morales objetivas es un barco a la deriva.
Desde una visión cristiana, toda actividad política ha de realizarse como un servicio a la comunidad para favorecer el bien común de todos los ciudadanos. Su justificación es la búsqueda sincera del bien común que “abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección (GS 74). La fidelidad a las exigencias de la moral social cristiana suscita unas obligaciones comunes en la acción política de los católicos tanto en la emisión del voto y como en la actividad política. Estas exigencias forman parte del bien común, válidas para electores y elegidos.
?Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón