El obispo de Segorbe-Castellón recibe la Cuaresma "con humildad y el corazón abierto a la gracia divina"

La concatedral de Santa María acoge el inicio de la Cuaresma con la presencia de monseñor Casimiro López Llorente, obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón

Obispado de Segorbe-Castellón

Miércoles de ceniza en la concatedral de Santa María de Castellón

Quique Rodríguez

Castellón - Publicado el

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Este miércoles la Concatedral de Santa María fue el escenario de la solemne Eucaristía de Miércoles de Ceniza, en la que los fieles recibieron la imposición de la ceniza como signo del inicio del camino cuaresmal. La celebración estuvo presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, y concelebrada por D. Joaquín Muñoz, párroco de Santa María, y D. Pablo Vela, rector del Seminario Diocesano y Misionero Redemptoris Mater de Betxí, así como los formadores y los vicarios parroquiales D. David Barrios y D. Ángel Cumbicos. Estuvieron asistidos por el diácono y los seminaristas de la Diócesis.

En su homilía, D. Casimiro destacó la importancia de la Cuaresma como un tiempo de conversión y reconciliación, invitando a los fieles a emprender este "itinerario hacia la Pascua del Señor" con humildad y corazón abierto a la gracia divina. Recordó que, así como Jesús fue tentado en el desierto, los cristianos también enfrentan pruebas que buscan alejarlos de la voluntad del Padre, pero que la fe y la confianza en Dios son clave para perseverar en el camino espiritual.

"La ceniza nos recuerda nuestra fragilidad y la fugacidad del tiempo, pero también nos ofrece la oportunidad de renovar nuestra condición de cristianos, hijos de Dios y discípulos de Cristo", señaló el Obispo. Asimismo, subrayó la necesidad de vivir este tiempo con una conversión sincera de corazón y no solo de manera superficial, siguiendo la enseñanza de Jesús en el Evangelio.

D. Casimiro también hizo hincapié en las "armas del combate espiritual" que Jesús nos ofrece: la oración, el ayuno y la limosna. Explicó que estas tres prácticas están interconectadas y ayudan al cristiano a abrir su corazón a Dios, renunciar a lo que le aparta de Él y ejercer la caridad con los más necesitados. "Crecer en el amor a Dios mediante la oración y el ayuno no puede separarse del amor al prójimo", enfatizó, invitando a todos a vivir la Cuaresma con generosidad y compromiso con los demás.

Finalmente, el Obispo animó a los fieles a aprovechar este "tiempo de gracia y salvación" para reconciliarse con Dios y con los hermanos, acogiendo la llamada a la conversión y preparándose para renovar con alegría las promesas bautismales en la Pascua. "No vivamos como si Dios no existiera, pongamos nuestro corazón en Él y confiemos en su amor y misericordia", concluyó.

La celebración concluyó en un clima de renovada esperanza, marcando el inicio de este tiempo litúrgico en el que la Iglesia invita a todos los fieles a la reflexión, la penitencia y el compromiso cristiano.