Análisis
El uso de pantallas por los niños durante las vacaciones: ¿Solución o problema?
Expertos apuntan a que un uso correcto puede resultar beneficioso para el aprendizaje y la comunicación pero que es importante mezclarlo con otras actividades.
Castellón - Publicado el
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Entramos en unas fechas donde los más pequeños tomarán las casas. La Semana Santa dejará los colegios cerrados durante 10 días (siendo la vuelta el 8 ó 9 de abril, dependiendo de la localidad) y de cara a entretenerlos se plantean muchas opciones. Pero una de ellas se ha mostrado en los últimos años como la más sencilla para los padres... ¿pero es la más conveniente?
Hablamos del uso de las pantallas como opción de ocio en los propios hogares. Móviles y tablets son cada vez más habituales para niños de entre 10 y 15 años, y especialmente en este tipo de situación, su uso puede llegar a ser extremadamente alto, y que puede generar problemas.
Sobre el uso correcto de estos aparatos hemos hablado en COPE Castellón con Laura Díaz de Entresotos. Ella es experta en pedagogía y tecnología y hace pocas semanas analizó esta situación en una jornada sobre dicho tema en Benicàssim.
El problema inicial, nos expone Díaz, más que con las nuevas generaciones, llega con los padres: “Los niños ven a los padres y la gente en la calle gastando el móvil. Por ello, cuando tienen el primer móvil entre los 10-15 años asimilan muchos de esos usos”.
¿Cómo se puede afrontar en nuestras casas?
Y ante este problema social, ¿qué soluciones podemos impulsar en nuestras casas? La pedagoga nos destaca en COPE que se pueden “revisar el tipo de normas en casa respecto al uso de pantallas de manera que se les pueda dar la vuelta”. Y es que “aunque muchas veces se han demonizado, las pantallas pueden ser una opción de aprendizaje y comunicación”.
Pero la sobredosis de pantallas también puede provenir de otro tipo de problemas: “Muchas veces se hace mal uso no porque la pantalla tiene un efecto mágico, sino porque buscan alejarse de otros problemas y situaciones difíciles. A menudo la soledad lleva a los jóvenes a aumentar el uso de pantallas. Es fácil que para lidiar con la soledad al llegar a casa se use y eso puede convertirse en hábito”.
Para hacer frente a ello, Díaz apela a plantear “otro tipo de actividades como juegos de mesa, excursiones, así como dedicar tiempo con ellos mientras usamos la pantalla, ya que puede ayudar a la conexión familiar”.
Recuerda además que “pretender que podemos funcionar en un mundo sin móvil es autoengañarnos. A los padres también nos preocupa porque hemos vivido sin pantallas y tendemos a comparar y vemos cosas que se han perdido. Prohibirlo no elimina el problema, sólo lo pospone”.
Para finalizar, Laura Díaz destaca que “las pantallas pueden ser un problema pero no el problema en sí mismo. Podemos aprender a hacer un uso positivo de las pantallas, fácil no es, pero nos puede sacar rendimiento y conseguir oportunidades. Dedicar ese tiempo es crucial, y que ayuda a hacer una relación de confianza que les ayude en su uso para enseñarle las opciones y problemas”.
Vigilar lo que se visualiza en el móvil
Pero igual que los pequeños deben tener un control de las pantallas en este periodo vacacional, los mayores también deben tener ojo. Y es que uso del móvil puede llevar a un control desde los propios aparatos y las redes sociales.
Adolfo Plasencia, profesor de Nuevos Medios Digitales en la Universidad Politécnica de Valencia, periodista y escritor, nos explicaba en COPE que el “smartphone es una maravilla tecnológica, que bien usada es maravillosa, pero hay un tema que en Europa está algo más defendido con la ley de protección de datos como es la recopilación de toda nuestra actividad online”.
Este control ha llevado a Plasencia a estudiar 2 nuevas disciplinas de cómo los algoritmos controlan las publicaciones que vemos: “Una es la actigrafía donde capturan las posiciones de nuestros movimientos corporales, debido a la conexión ubicua. El teléfono tiene entre 12-15 sensores que controlan estos movimientos. Y la otra es la tappigrafía y tiene que ver con nuestra interacción con la pantalla. Los patrones de teclado, intensidad, velocidad y también tiene que ver con el habla. Incluso vigila con quién con conectamos y cuántas veces al día”.
Esa vigilancia, que también llega por ejemplo con los contadores de pasos de los smartwatches, llevan a que se controlen todo tipo de datos. De ellos, valoran los picos de cada estadística, que “se cruzan con lo que esté en ese momento en la pantalla, de tal forma que saben aquello que nos hace reaccionar más”.
Para concluir Plasencia recomienda que “en lugares como aulas o el cine hay que desconectarlo, para que no se convierta en una adicción por encima de nuestra voluntad”.