Un santo se va y otro se queda

Cantaba Julio Iglesias: "unos que vienen y otros que se van". Una máxima de la vida que en el deporte se puede aplicar con extraordinaria precisión.

A la imagen de la derrota y eliminación de Valencia Basket en las semifinales de la Liga Endesa, le sucedió inmediatamente la del rostro lloroso de Rafa Martínez en los ocho últimos segundos del choque frente al Real Madrid. Una despedida fugaz a una trayectoria brillante con números propios de una leyenda. Once temporadas con los mismos colores, cinco títulos conseguidos de los siete que el club ha logrado en sus 32 años de historia, máximo anotador de la entidad, segundo en número de partidos disputados o único jugador del continente en tener tres Eurocups en su palmarés. Alucinante.

Hay tanta química entre Rafa y San Emeterio que algún profano podría llegar a confundirlos

Con todo el pabellón puesto en pie, sus compañeros rendidos y sus rivales entregados, la instantánea sobre el parqué de la Fonteta era la de Rafa Martínez llevándose la mano al corazón y desbordando lágrimas a raudales. Poco después se fundió en un abrazo con el dueño de la entidad, Juan Roig, al que le regaló la última camiseta con el 17 y en otro con Fernando San Emeterio. Entre ambos hay tanta química que algún profano en la materia podría llegar a confundirlos.

El cántabro que también es noticia por su continuidad, por alargar hasta las cinco temporadas su estancia en la Fonteta y por querer alargar su currículum que en Valencia se ha visto ampliado con la Liga de 2017 y la Eurocup del mes de abril.

El club ha decidido ejecutar el año opcional que tenía en el contrato de San Emeterio firmado hace dos temporadas.